viernes, 26 de diciembre de 2008

Tiempos difíciles.




Hoy no tenía intenciones de entrar aquí, pero acabo de hablar contigo y las sensaciones han sido tristes.



Has dicho algo, y he de suponer que realmente es como sientes y lo que sientes. La distancia se hace irrevocable y comienzo a evaporarme de tus sueños. Me echas de menos, dices, pero supongo que no es a mí, sino a lo que un día pude ser. Y esta conclusión no es sino la respuesta de algo que dijiste después.




Yo no quiero que desaparezcas de mi vida pero me temo que es lo que estás haciendo, apartarte poco a poco, supongo que con la intención de que sea menos doloroso.




Ilusiones, ilusiones, ilusiones... Ya no es fácil ilusionarse ni imaginar. Tú pretendes salir de mi mundo y yo no puedo más que abrirte la puerta y sentir un dolor muy hondo en el corazón. Te irás, Alejandra, te irás y habrá un último adiós, definitivo e irreductible.




Yo no dejaré de amarte pero ya no serás mi fantasía sino el sueño del que no me apartaré, irrealizable pero perenne y eterno.




Nunca pensé en tenerte, y cuando apareciste nunca quise pensar en perderte. Y ahora ya me ves, autocompadeciéndome por no haber sabido conservarte en mi mundo. Qué más puedo decir, mi vida: no tengo muchas ganas de escribir y la verdad es que no tengo muchas ganas de nada. Supongo que esta gripe que me abraza tiene algo que ver en ello, no lo sé.




Nunca olvides que para mí siempre serás la mayor de las fantasías aunque ya no pueda alcanzarte.




Estas fechas están siendo apáticas, con lo que a mí me hacen sentir. La verdad es que no me encuentro con ganas de disfrutarlas y eso no es bueno. Ojalá las cosas pudieran ser de otro modo, pero son como son.




Te quiero, Alejandra, te quiero.




martes, 23 de diciembre de 2008

Tú para siempre.


Hola, mi pequeña estrella.

Estoy aquí para acercarme un poco a ti, en esta distancia que has abierto entre los dos. No quiero perderte, ahora que ya te he perdido, porque tengo miedo a no poder volver a mi mundo sin ti.

Vago por un bosque tenebroso de oscuridad y sombras acechantes en busca de una luz que vuelva a guiarme en el camino, pero a cada paso me siento y espero, y escucho, y desespero, y me vuelvo sordo. Mi voz enmudece y mis ojos se ciegan, pero aún sigues siendo la fuerza que necesito para dar un paso, y otro, y otro más. Eres mi principio y mi fin y no podrás evitar que te siga amando aunque ya no quieras estar, porque tú te has convertido en el único deseo que tengo. Tan fuerte es lo que siento por ti.

Te quiero, Alejandra, y sé que tú lo sabes aunque no quieras atender a mis ruegos de amor. No te culpo por ello, pero no me pidas que me rinda a la evidencia porque no hay rendición posible. Si estás te amo aunque tú no quieras, y si no estás, te amo aunque no estés a mi alcance.

Decir que me he rendido no sirve para nada, porque yo no puedo dejar de amarte. ¿Acaso somos capaces de controlar lo que sentimos? Quizás disimular sí, pero controlar lo que el corazón construye está fuera de nuestro poder racional.

No puedo dejar de sentirte, pero tampoco quiero que eso suceda. Me he rendido, sí, pero no en lo que a ti concierne. Me he rendido porque sé que fuera de ti no podré encontrar el amor que contigo aprendí y ni siquiera voy a buscarlo. Siempre estuve sólo y ahora esa soledad la compartiré con el recuerdo de lo que tú me regalaste un día; tu cariño.

Estas fechas que tanto me gustan no son las mejores para todo lo que ha pasado. Voy a añorarte demasiado; en realidad ya lo hago. Cada día, cada instante pienso en ti, en tu hermosa presencia, en la sonrisa tan pícara que posees, en esos ojos que pueden llegar a ser muy tiernos. Pienso en hacerte feliz y entonces el mundo tiembla, y me doy cuenta de que ya no soy quien puede hacerlo.

Quizás nunca fui merecedor de tu amor, o quizás lo fuera pero no estabamos destinados a perdudar en nuestro amor. Esta vez ese destino impío no ha podido conmigo porque si su intención es hacer caduco un sentimiento increiblemente hermoso como el que yo tengo hacia ti ha errado: mi amor es perenne.

Te seguiré buscando cada mañana al despertar, y cada noche al acostarme, pues mis sueños serán dueño del único mundo que quiero habitar.

Lo que más me había importado en mi vida fue todo lo concerniente a mi etapa deportiva; nada había habido antes tan importante como ello, y nada me dolió tanto como su fin.

Tú, mi pequeña estrella, te has convertido en algo tan importante y tan doloroso. Te convertiste en mi centro y ahora que tengo que renunciar a ti se me rompe el alma.

No puedo dejar de quererte, Alejandra, ni aunque me lo pidieras un millón de veces. Jamás podré y tampoco quiero.

Tú, para siempre.

sábado, 20 de diciembre de 2008

Porque vives en mí.


Ahora mismo estoy escuchando música sólo para tenerte conmigo. No quiero oír letras de canciones, sólo melodías que instiguen a mi mente para evocarte una y mil veces.

Recuerdo que antes, cuando hablábamos de nuestros sueños, te decía que yo apenas solía recordarlos, y desgraciadamente todos los que tuviera contigo quedaban guardados en ese lugar donde el subconsciente esconde las fantasías oníricas que todas las noches nos traen. Pero últimamente sueño contigo, y mucho. Recuerdo sólo jirones de imagénes que como nieblas atacadas por el sol pronto acaban disipándose, pero me despierto contigo muy presente en mi cabeza, y eso me hace añorarte aún más.

Hoy hice algo que quizás no entraba dentro de nuestro acuerdo, pero necesitaba que supieras que sigo aquí, que mi amor no ha abandonado esta nave que viaja a la deriva, que no puedo prescindir de ti.

Guardé casi todo lo que quería decirte pero te susurré lo mucho que te echo de menos, aún a riesgo de que pudiera molestarte. Sé que no debo revelarte cuanto siento porque así me lo pediste, pero se me hace difícil callar, Alejandra. Cuando el corazón grita y grita mi voz se desespera por su silencio.

¿Sabes, amor mío? Mi vida es una corriente de sueños que se encadenan, uno tras de otro, para escapar de la realidad. Siempre me sentí fuera de lugar estuviera donde estuviera y la soledad se convirtió en el único campo habitable donde no debía enfrentarme a ningún hábito social ni cultural. En ella no había miedos ni tensiones, aunque suponía carecer de tantas cosas hermosas como nos brinda el tiempo y sus experiencias. Cuando te conocí me sentía realmente a gusto, compenetrado, dichoso. Quizás porque de algún modo conseguí involucrarte en mis sueños, en mis pensamientos, en mi mundo. Contigo no estaba fuera de sitio sino justamente donde debía estar.

Recuerdo una vez, hace ya mucho, que me decías en una de nuestras conversaciones que hay relaciones que se rompen porque una de las partes no se siente lo suficientemente bueno para la otra. Así pensé yo siempre, pues siempre te ví varios escalones por encima de mí. Lo nuestro nunca fue una relación al uso, pero de algún modo fue una relación, y yo dejé escapar al único ser que me hizo descubrir el amor verdadero.

Hoy me siento melancólico, ¿pero sabes una cosa? A pesar de la tristeza que pueda llegar a sentir soy dichoso porque tú estuviste ahí, y de algún modo fuimos dos almas y un sólo corazón lleno de sueños y esperanzas, ilusiones y fantasías, fantasías que un día no supe ver que se apagaban, y tarde me di cuenta del porqué, pero sé que tú estuviste y que a tu modo me amaste.

Siempre serás mi pequeña estrella, pues ninguna otra alcanzará tu brillo en el cielo que pintamos los dos.

Siempre tuyo, Aliss.

viernes, 19 de diciembre de 2008

La letra de una canción.


Desde el día en que te conocí me enamoré de ti; en ti vi todo lo que siempre imaginé. Pronunciaste mi nombre y yo supe por fin que así comenzaría un cuento que no tiene fin.

Oh, baby, te amaré para la eternidad. Yo te amaré; será pura lealtad. Yo te amaré y nunca negaré que te amaré.

Nada importa más que tu amor y sólo Dios sabrá que tan enorme es la pasión que existe en mí.

Moriría en tus brazos hoy, sabiendo que tú mi amor,abrazarías mi alma en tu interior.

Oh baby, te amaré para la eternidad. Yo te amaré; será pura lealtad. Yo te amaré y nunca negaré que te amaré.

Niña; tu amor afecta a mi cuerpo. Cuando ríes parezco volar. Es la magia que sale de tu interior.

Me rindo ante tu mirar y quisiera gritar que te amaré.

Te amaré para la eternidad. Yo te amaré y mi sueño serás. ¡Oh! Te amaré; sueña con tu amado, mi amor.

Te amaré, y mi sueño serás...

Te adoraré, ¡oh! baby. Te amaré, ¡oh! Te amaré y a mis sueños te voy a llevar. Te amaré.
(Marc Anthony)
Lo que yo siento por ti, Alejandra.

jueves, 18 de diciembre de 2008

Alejandra...


Hoy llegué y te busqué, pero no pude encontrarte. En tu ausencia me dediqué a mirar fotografías mientras escuchaba una canción que sólo hizo ahondar más en mi propia tristeza.

Empezaron a descolgarse lágrimas de mis inundados ojos cuando fui pasando las imágenes que de ti tengo, tan hermosa en todas, divertida en algunas, y seria en otras, pero siempre esa belleza de la que tanto se ha empapado mi propio ser.

Estoy ciego cuando intento mirar hacia algún lado que no seas tú pues nada veo. Cómo desearía que volvieras a vivir mis sueños, a escuchar o a leer mis sentimientos. No quiero ni imaginar lo que es no poder amarte, aunque lo esté viviendo, porque me duele. Te quiero tanto, tanto...

Marchito mi propia existencia ahogándome en una añoranza que no desea abandonarme ya. Tu recuerdo es lo que me queda de ti, de este amor que tanto me ha dado y ahora está prohibido. Necesito estos recuerdos porque necesito saber cada día que fui capaz de amar con toda mi alma, a pesar de mis errores, y que ese amor es el único que podrá ser. Cada día pienso en ti, porque quiero mantener en tu recuerdo la ilusión de que nunca se te fue este amor. Prefiero mis mentiras a una cruda realidad, aunque me haga sufrir, porque nunca nadie habrá como tú.

Te tenía en un pedestal y allí me acercaba para poder mirarte, y disfrutar de tanta perfección en un ser vivo y hermoso. Hoy no me alcanzan los ojos por tanta distancia como la que se ha instalado entre nuestros sentimientos, pero seguiré llorando, amando, y sabiendo que tú fuiste la única y serás mi verdadero amor.

Creo que ya desvarío. Supongo que la locura del amor a veces provoca la pérdida de toda cordura, pero mi locura es lo único que me separa de la quietud de una roca, es lo que me dice que el amor existe y puede ser muy poderoso. Tú siempre fuiste mi amor y no dejarás de serlo, lo desees o no.

Ya no podré hacerte mía, ni acariciar esa piel tan deseada, y abandonarme en un abrazo conciliador. Jamás tendré la oportunidad ya de acariciar tus labios con los míos ni ser cómplice de tu mirada con mi mirada, pero mi amor vive en un mundo sin lógica ni razón, y desde él seguiré tus pasos y tus huellas, buceando entre mis recuerdos junto a ti.

Te quiero tanto, Alejandra...

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Te quiero aunque no quieras que te quiera.


Quedó atrás el aniversario del día en el que hablamos por vez primera, allá en noviembre de hace ya cuatro años, día que nunca tuvo su celebración aunque siempre ha estado presente en la mente de los dos. Pasó el día de tu cumpleaños, fecha en la que empecé a felicitarte un año más tarde de habernos conocido. Las Navidades están dejando escuchar sus primeras voces ya, tan cercanas a nosotros. Y comenzará un nuevo año, diferente, con esperanzas esta vez apáticas, deseos apagados por todo lo acaecido en este final de año tan poco afortunado.

He perdido la libertad de decirte TE QUIERO, la esperanza de que germinase en tu corazón la semilla de mi amor, y he olvidado lo que se sentía creyéndote sonreir cada vez que me leías amarte.

Ahora sólo tengo derecho a añorar los recuerdos de lo que nunca fue pero siempre pudo ser, de un amor misterioso entre dos ilusionistas. Sí, Alejandra: digo ilusionistas porque fuimos capaces de crear las más bellas historias para nosotros dos, sin haber rozado nuestra piel, como constructores de leyendas de las que nadie, salvo nosotros, conocerán jamás.

Hoy te quiero, pero ayer te amaba y mañana te voy a necesitar. Y hoy no puedo tenerte, y ayer no supe animarte, y mañana no estarás. Cómo quisiera ser ese "brujo" con el que tantas veces me apodaste, (sí, sé que no era algo exclusivo para mí, pero me gustaba leerlo), y poder hechizarte de nuevo para traerte hasta mí, pero no poseo esa magia. Sólo soy poseedor de un corazón solitario y enamorado, incapaz de dejar de sentir la hermosura de una fantasía tan perfecta.

Tú eres mi alegría aún en la amargura. Fiel a mi silencio callaré el amor que un día te brindé, pero lo guardaré para ti porque en realidad tuyo es. Creció mi corazón alimentado por tu presencia, y ahora espera paciente y resignado por que tú seas la pequeña estrella que siempre brilló cerca de mi luna, y ojalá pueda volver a tocar tu luz con los dedos de mis letras.

Que no vaya a ser no significa que renuncie a imaginarlo.

Siempre viví esta historia como algo onírico, y seguirá siendo así.

Te quiero a pesar de que no quieras que te quiera, y eso no lo cambiarás jamás.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Sigo soñando contigo.


No sé por qué he entrado esta noche aquí. Quizás una fuerza invisible me ha transportado a este pequeño mundo de palabras y desahogos. Estaba escuchando una canción, poco importa cual, y algo me condujo a escribirte una vez más, mi pequeña estrella.

La canción decía algo así como "te perdí"... Supongo que eso fue suficiente para empujarme a añorarte una vez más, un momento más.

Hoy tengo una sensación extraña en el estómago, como si estuviera nervioso por algo, pero ¿por qué? No lo sé.

Anoche te sentía a punto de derrumbar esa pared pero ahora mis ojos vuelven a la realidad y se encuentran frente a ese muro inaccesible. Soy un iluso, lo sé, pero me gusta imaginarte como siempre, amante y amada, cercana y accesible.

Me resulta gratificante engañarme continuamente. ¿Qué pasaría si me contara la verdad y procurara creerla? La verdad es que no lo sé, pero no deseo saberlo, me asusta. He pensado en qué sería si de pronto un día me dijeras que no volveremos a hablar, que abrieras un abismo entre tú y yo. Sé que en cualquier momento podría ocurrir, pero ¿qué sucedería conmigo? Quién sabe. Sin embargo por muchas razones sería muy, muy duro, y aún así imposible dejar de amarte.

Te quiero, Alejandra, por más que te empeñes en que deje de hacerlo te quiero, y sentir de otro modo es imposible.

Cuánto vacío puede haber en un corazón por mucho amor que sea capaz de dar. Y ni siquiera sé qué soy capaz de dar. Nunca he sido la mejor compañía para nadie, y mucho menos capaz de amar más allá de mis sueños, pero jamás había descubierto en un ser real el sueño con el que vestía mis pensamientos más secretos. Cómo contarte quién eres y que tú lo entiendas. Porque nunca has llegado a comprenderlo y nunca he sabido explicarlo.

La vida trae, deja y se lleva de todo, pero las fantasías son capaces de luchar contra esa vida que arrastra los días, uno tras otro, y yo me aferro a mis propias ilusiones, no muchas, pero sí poderosas. Por eso, los días en los que descubro que estoy abrazando imágenes irreales ajenas a mi propia existencia el cielo se oscurece y la noche se desprende de todas sus estrellas. Y necesito cerrar mis ojos y ocultarme a mi vida, y esperar un nuevo amanecer para descubrirme de nuevo buceando en los sueños.

Yo no sé vivir, porque me aferro a fantasías irreales, pero esa es mi vida, y esa vida sí he aprendido a vivirla por completo.

Tú eres el mejor de mis sueños, Alejandra, sólo tú.

Un sentimiento para siempre.


Te quiero, Alejandra. Te quiero muchísimo.

Cuánto cuesta callar las cosas, y cómo pesan dentro. Acabamos de hablar y todo lo que se me venía a la cabeza era decirte lo mucho que mi corazón te ama, lo importante que eres para mí.


Suspiro sin pretenderlo recordando tus palabras. Amigos; de nuevo esa palabra: amigos. Qué lejos te quedas de la verdad, mi pequeña estrella. Tú nunca podrás ser sólo mi amiga, porque yo no podré dejar de amarte. Eras mi sueño antes de conocerte y no puedo sacarte de mí. Pero si hubiera un medio tampoco lo usaría, porque no me da la gana.


Te quiero, Campanilla. Y cuantos más días pasan más me doy cuenta de que has escrito un "hasta aquí", pero no les hago mucho caso a esas dos palabras. Eres mi complemento, Alejandra, y te necesito. Por eso estoy siempre dispuesto, y estoy sólo por y para ti. Qué me importa el mundo, la gente, nada, si no es porque tú habitas en mi mundo, entre mi gente. Nunca has dejado de ser mi remanso de paz, y hoy, una vez más, me has servido de bálsamo y de sosiego.


Te quiero tanto, mi vida. Tan irracional en mis sentimientos y tan recto en mis palabras, guardando lo que no deseas escuchar a pesar del lastre que me supone. Pero aquí no puedes silenciarme, así que soy libre para hablar, para sentir, para gritar que te amo. No se apagan mis latidos porque enmudezcan mis letras cuando estoy contigo, pero más que escribirlo aquí me hubiera gustado poder decírtelo a ti.


Te quiero, Basíleia, aunque no pretendas enterarte, aunque tú acobardes a tu corazón prohibiéndole hablar conmigo, aunque busques apagar el eco de una voz que no puede dejar de sonar; te quiero, Alejandra, aunque construyas un dique en el que retengas tus sentimientos y me prives de lo que soy para ti. Te quiero aunque te alejes de mí y se hunda mi mundo. Te quiero, entérate, porque ni la vida ni el tiempo podrán jamás con mi amor.

viernes, 12 de diciembre de 2008

Te quiero, te quiero, te quiero...




Hoy la luna se ha querido escapar de mi mirada tras una niebla protectora. Pero antes de que la cubriera por completo pude verla brillar en esta invernal noche y pensé en ti. Luna llena, inspiradora de ilusiones y fantasías, tantas como soñé contigo.


Te vivo, y te siento, mi Alejandra querida, y te echo de menos. Recuerdos que aparecen sin avisar primero, a traición, para decirme que sigues viviendo en mí. Imágenes de un tiempo que va quedando atrás significativas de cuanto siento y quiero, de lo mucho que te amo.


Tu hermosa cabellera, tu mirada misteriosa, casi siempre oculta a mi mirar; y esos labios que como cantos de sirena anulan mi consciencia y me hacen prisionero de deseos inalcanzables ya.


La sencillez de mis palabras sólo buscan decir "te quiero, Alejandra, desde el primer día que naciste a mis sueños hasta el día que el espíritu abandone mi cuerpo". Te quiero, y lucho cada día por mantener intacto este amor que tanto tiempo me costó encontrar.


Un ser perfecto en tu propia imperfección, tan distante y tan cercano, tan amado y tan prohibido...


Pero te quiero, Alejandra, te quiero, te quiero. Qué me importa si el viento ya no lleva mis palabras, y tus ojos no las pueden ni leer, o tu oído traicionero algún día escucha otro querer; te quiero, Alejandra, te quiero, te quiero, y lo demás no importa ya.


Qué quiero si no estás; y qué necesitaba cuando acompañabas mis pasos. Tú eres todo cuanto yo deseé, y después de haberte conocido no necesito nada ya, pues todo lo que pueda yo querer existe sólo en ti.


Por fin encontré ese amor verdadero por el que un día rendí mi vida, y ahora que se me ha escapado entre los dedos como el agua del río, como el aire del cielo, ahora sé que valió la pena vivir esperando encontrar tu amor y morir sabiendo que fue de verdad.


Te quiero, Alejandra, te quiero, te quiero...

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Loco por ti, para siempre.


De nuevo despertó el día, y lo hizo bajo una fina sábana nívea cubriendo la mañana. Pero pronto el cielo se abrió a los brazos de un sol radiante.

Aún con el dorado astro el frío atenazaba los sentidos con un gélido clima propio de esta época. Sin embargo mi cuerpo se muestra insensible a esa temperatura exterior, tan helado como se encuentra por dentro.


Un amor prohibido que no deja de existir es suficiente hielo para formar glaciares y continentes transparentemente helados y fríos, y ese sólido elemento que en el interior de los humanos se torna en espiritual se ve derretido cada vez que una palabra tuya busca mi atención, cada vez que una palabra mía es recogida por ti.


Sabes que te quiero; sé que lo sabes aunque evitas leerlo. Yo trato de cumplir con tus deseos, pero no es fácil. Mi mente recorre de continuo tu presencia pensada y sólo dibujo sentimientos amatorios. Busco el modo de confesar mis anhelos hacia ti, mi necesidad de palabras sentimentales, pero al momento me doy cuenta de que son leyes prohibidas y desconozco el castigo punitivo que podría sufrir, así que callo y bajo la mirada avergonzado por tratar de hacer algo que no quieres. Pero a veces una frase se cuela entre los barrotes de mi celda y está a punto de escapar de esta cárcel de silencios, mas algún celador le cierra finalmente el paso cuando allá en la puerta exterior ya vislumbra la libertad.


Es tal la necesidad de ti que tengo, el deseo de volver a hacerte mía entre sueños compartidos, buscar que sonrías conmigo, y que me quieras amar...


Que me quieras amar: qué sé yo de tus deseos, si como un egoista busco dar libertad a los míos. Hubiera querido ser tu perfecto complemento, la mitad que te hiciera completa, una gota que llenara tu vaso. Pero seguramente tú ya eras completa, sin necesidad de complementos ni cabida en un vaso ya colmado. Quise creer que me necesitabas como me sucede a mí contigo sin darme cuenta de que tú estabas a gusto conmigo, pero lo estabas también sin mí. Tu felicidad nunca pasó por tenerme como fantasía, aunque te pudiera ayudar a ser un poco más dichosa, y al final logré romper parte de esa dicha que tú poseías.


No conseguí ser tu complemento perfecto, y no era necesaria una mitad para un ser tan entero como tú. Y lo peor no es que no colmara tu vaso, sino que derramé el contenido.


Perdóname por todo ello, pero más perdóname porque para mí sí eres todo eso que quizás nunca fui yo para ti, y por ello no puedo dejar de amarte en la distancia cruel de palabras quedas o mudas que han de ocultarse tras una máscara de normalidad.


Sé que escribo como un demente obsesionado por un amor pero... Es que soy un demente obsesionado por un amor, por tu amor.


Loco por ti, para siempre.

martes, 9 de diciembre de 2008

Un camino sin recorrer.


El amanecer saludó al nuevo día sumergido en un manto blanco y frío, preludio de un invierno que allá en el horizonte deja entrever ya unas manos heladoras que vienen a abrazar nuestras vidas cerca de la Navidad.

Y yo, al abrigo de un calefactor sucumbo de nuevo al recuerdo de tu paso por mi vida, de tus gestos burlescos a veces y tiernos otras tantas; princesa de mi cuento de hadas vestida de gala cada vez que estás presente.

Se cruzaron de nuevo nuestras voces sin dejarnos gritar sentimientos: ¿por qué?

Mi corazón, más allá de cualquier duda, dolor o desconsuelo vive empapado de un amor que no perecerá jamás, pues eres mundo y vida, aire, sol y agua, cielo y tierra. Reflejo en ti cada uno de mis deseos, y trato de proyectarte mis ansias de ti, pero es una lucha desigual. Trato de decirte lo que quiero que tú sepas, y a la vez trato de callarlo en respuesta a tu deseo de no saber. ¿Cuánto aguantaré así? Casi se escapan las palabras de mi boca sin poder retenerlas, sin saber cómo acallar algo que crece dentro de mí sin espacio para expandirse. Es difícil, amor mío, y no quiero causarte mal, pero no sé cuánto podré aguantar este silencio sólo roto en breves fragmentos de texto plasmados en este rincón lejano.

Sigo soñando contigo, pendiente de un suspiro, de alguna señal que me hable de tus pensamientos, de tu sentir. Si pudiera decirlo ahora mismo sabrías que te quiero, y lo repetiría una y otra vez, recuperando todo el tiempo, ya más de un mes, que he tenido que guardar silencio.

Quizás sea un para siempre la penitencia de cerrar mi voz al amor, pero en mi infantil esperanza sigo pensando que tal vez un día bajes de nuevo el portón y atraviese el puente levadizo que lleva a tu castillo de ensueño, y al pisar otra vez el albero más allá de los muros que lo rodean, disfrute de nuevo tu figura en la almena, mirandome con una sonrisa dibujada en tu boca, y el amor acunado en tu corazón.

Te dije una vez que tengo mucha paciencia; tanta como para esperar toda una vida aún a riesgo de que se termine sin haber estado contigo. Tan sólo el deseo de que ocurra hará que merezca la pena esperar. Jamás podré amar a nadie como te amo a ti, pues no es un amor humano sino del alma.

Búscame entre tus sueños si aún deseas un abrazo mío, pues allí estaré, sentado, esperando para hacerte feliz.

domingo, 7 de diciembre de 2008

A pesar de todo te amaré.


Llueve inconsolablemente fuera como lágrimas de un tiempo gris y despiadado que oculta la cara más hermosa del sol.
Llueve fuera y lo hace dentro, en mi corazón, emancipado de una alegría que sucumbió al terrible desconsuelo de una despedida. Pero yo sigo aquí, esperando ausente tus palabras, sin poder caminar hacia ningún horizonte temiendo perder tus huellas.
Sigo postrado en este lecho de tragicomedia en el que he decidido ocultar mi vida real, si es que no era esta. Un amor que vivió condicionado por la certeza de que aquellas fantasías acabarían por personificarse en ti y en mí. Un cariño que nació desde lo más puro de mi espíritu y acabó contaminado por la cotidianidad de algo que nunca debió abandonar los sueños.
Ahora sigo viviendo ese amor tras un muro transparente que no puedo atravesar. ¡Cómo quisiera poder decirte que te quiero, que sigues siendo la mujer por la que yo vivo, para la que respiro! Pero me está vetado y me consumo en el silencio.
El último día que hablé contigo volví a sentir esa paz que me transmites, ese bienestar que se adueña de mi alma en tu compañía. Quería decirte que me importas, que eres una necesidad vital para mí, que mis pensamientos vagan por tus recuerdos buscando el consuelo del soldado que se tuvo que rendir al enemigo. Contigo todo es fácil: sonreir, disfrutar, vivir... Sólo me queda confesar lo que grita cada día dentro de mí, algo a lo que te quise acostumbrar, a saber que mi amor es real y verdadero, puro y esencial, algo que he de encerrar en las mazmorras más profundas de mi memoria.
Te quiero, Alejandra, por mucho que el tiempo pase; y por mucho que disimule, te quiero. Pueden pasar los días, las semanas, pero yo siento este amor aún más fuerte y arraigado en mí. Es el único fin para el que me siento capaz, el de poder amar aunque sea en un monólogo absurdo del que tú nunca darás cuenta, pero amarte es lo más bonito que la vida pudo regalarme y los buenos regalos siempre me gustó conservarlos.
Te amaré a pesar de las circunstancias, Alejandra. A pesar de todo te amaré.

martes, 2 de diciembre de 2008

Necesitaba hablarte.


Hace tiempo que ha caído la noche. Languidece el día como el polvo en un reloj de arena a punto de consumirse, y consumido vuelvo a este rincón para hablar contigo, aunque realmente hable al vacío.

Hoy ha sido un día difícil. Incapaz de centrarme en nada sólo he hecho que pensar en ti. Tu divina hermosura carente de imperfecciones humanas se posaba una y otra vez en mis pensamientos apartándome de todo lo demás. Pero no es esa belleza la que me mantiene atado a tu recuerdo, sino el recuerdo mismo de quien eres.

El amor: qué hermosa palabra tan poco consumida en una sociedad consumista como la que poblamos. Pero yo soy asiduo a ella, esas cuatro letras que describen sin error lo que siento y ahora sufro. Siento por amor y sufro por amar. Sí, Campanilla, amar y sufrir hoy son complementos mutuos que se han parasitado en mi propia existencia. Es doloroso padecer esta laceración del espíritu, pero me recuerda que estoy vivo, y que mi corazón encontró su hogar en un sentimiento perenne sobre una mujer imposible.

Sueño contigo cada día, y hoy más aún sin ser consciente del porqué, pero algún motivo habrá para que haya sentido así. Quiero pensar, aún a riesgo de contarme una mentira más, que es porque tú has estado pendiente de pensar también en mí. Si pudiera entrar en tu mente y saber lo que sientes, lo que piensas, cómo sufres... Ojalá pudiera saber si aún me amas o si ya es una guerra perdida donde sigo luchando contra fantasmas imposibles de vencer.

No me doy por vencido a pesar de haberme rendido hace mucho tiempo; qué incongruencia, ¿verdad? Ni siquiera sé cómo tendría que actuar si aún quedara alguna esperanza. Y si no queda, poco importa cómo actúe.

No decir, callar, silenciar los gritos que acuden desde mi corazón buscando libertad, privados en una condena que me impusiste huyendo de tu dolor, el que yo pude causarte, es todo lo que hoy me va apagando, pero mi luz aún brillará mientras un halo de la tuya recorra mi espacio aunque sea de modo fugaz.

De momento agoto mis fuerzas aparentando una calma y sosiego que están ausentes de mí, pero es que sólo así puedo recuperar una fortaleza que se escabulle por no poder amarte. Los pocos momentos que me hablas son auténticos mares de energía que se descarga en cuanto desapareces; tal es mi vida y contradicción.

Necesitaba decirte todo esto, aunque nunca vayas a leerlo.

Cuando la añoranza es necesidad.


Hola, Alejandra.

De nuevo me encuentro entre estas palabras para poder plasmar lo que siento. Anoche compartí contigo un escaso tiempo y apenas podía aguantar las ganas de hablar de ti. Me cuesta mucho mantener encerrados los sentimientos, pero sé que te lo debo.

Te quiero demasiado como para que disimular que no hay nada sea fácil, pero de momento lo consigo. Anoche quise irme con un "te quiero" y casi sucede, pero logré contener mis ansias y lo acallé.

Eres la única persona con la que hablaba de ti, de lo que siento, de lo mucho que te amo, y ahora no puedo desahogar todo lo que llevo dentro con nadie. No quiero perderte, pero sé que es inevitable, que es tu decisión, y que nada puedo hacer por arrebatarte de la distancia.

Me preguntabas que cómo estoy; vacío, mi vida. Estoy vacío sin ti, por mucho que no te lo cuente. Te convertiste en el pilar básico de mi introvertida existencia y ahora a duras penas se mantiene en pie el templo que es mi vida, un templo casi en ruinas.

No quiero hacerte ver que me encuentre en esta situación y por eso sonrío contigo, y busco gracietas que te hagan mostrar una pequeña carcajada. Sé que te gustaría saber que todo va bien, que lo voy superando, que por fin podemos ser amigos de verdad sin ligaduras emocionales... Nada de eso es posible.

Yo seguiré actuando como tal hasta el día que ya no vuelvas, y en realidad será por egoismo, porque lo hago por mí. Necesito tenerte cerca para mantener un hálito de esperanza mentirosa que me diga que aún es posible un tú y yo. Sí; ya sé que no es lo que va a suceder, que en tu mente no está el que algo así ocurra, pero prefiero pensar que aún es posible.

Supongo que para ti tampoco estará siendo fácil, pero siempre te he considerado una persona mucho más fuerte y racional que yo, así que el tiempo te dará la libertad de pensamiento suficiente para relegar a un rincón lo que un día pudiste sentir hacia mí. Yo lo tengo más complicado porque ni lo quiero ni lo espero. Me castigo día a día encerrándome en una burbuja de donde tú no has salido, contigo, empapado de fantasías irrealizables que nacen desde ti.

Cómo me gustaría poder decirte que aún te amo, que es ahora cuando más te necesito, que... Qué de tópicos. Me doy cuenta de mi miserable falta de originalidad. Cuántas veces la gente habrá dicho cosas así, algo que yo antes nunca hice. Ahora tampoco se lo digo a la persona que quisiera pero al menos descargo esa frustración en este arrinconado mundo de palabras.

Siempre fuiste mi pequeña estrella, y eso no cambiará, mi amor.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Un pasado que perdura.



La añoranza es una sensación dulce con un gusto amargo.

Te echo de menos, Alejandra. Pienso mucho en ti y aún sigo imaginando escenas que me hubiera gustado compartir contigo. Trato de mantener viva la ilusión de algo que ya no es, pero qué importa. Sin ti la vida es demasiado aburrida y vacía. Quizás alguna vez nos enfadábamos, y quién no lo hace, pero era tan especial, es tan especial lo que siento y vivo por ti que se creó una dependencia; "Alejandradependencia".

Estos últimos días te has movido sin cesar por cada uno de mis pensamientos. Si supieras lo mucho que me gustaría poder sentirme abrazado por ti, acurrucarme en tu regazo y respirar ese aire de paz que existía cuando me dejabas amarte a viva voz, pero el silencio cava hoyos donde enterrar falsas esperanzas que nacen y al momento casi mueren.

Sin embargo no dejo de fantasear con la fútil ilusión de que volverás a desear mis "te quiero" como sucedía antes y volaremos de la mano a sueños sólo realizables en mi luna, juntos los dos.

Sé que tú no quieres y buscas el modo de ir apagando esa llama que un día prendió en tu corazón, pero yo busco precisamente todo lo contrario, mantener en mí muy vivo el recuerdo y con él la necesidad de ti.

¿Bueno o malo? Me da igual. Es lo que yo quiero. Mi amor es demasiado poderoso como para tratar de combatirlo, y además es mi aliado, así que he de alimentarlo cada día, buscando entre fotografías o abriendo de vez en cuando mi cajita de terciopelo azul. ¿Recuerdas lo que guardo en ella? Cada uno de tus suspiros, esos que alguna vez lanzaste al viento cuando me querías.

Quizás hago mal anclándome en un pasado que maduró ya y dejó de dar sus frutos, pero es mi pasado, es mi vida.

Te quiero, mi pequeña estrella, y no voy a dejar de pensar en ti.

sábado, 29 de noviembre de 2008

Será que aún te amo.


Qué lejanos me quedan aquellos días en los que me preguntabas si te quería un poquito. Los momentos en los que me decías "si te estaba", aquel tiempo en el que te morías por saber lo que sentía.

Hoy sólo queda el eco del recuerdo de lo que una vez quisiste escuchar, o leer, o sentir.

Sigo llevando dentro todo el amor que creaste en mí, como una liviana y hermosa carga de la que no deseo desprenderme, y paso a paso voy sintiendo que este amor que vas dejando atrás sigue incrustado en mí como fuente de vida, como un manjar que alimenta sueños vanos, ya imposibles, pero anhelados.

Amar sin ser correspondido es el pequeño infierno en el que me toca ahora vagar, pero no me importa. Aunque mis pies caminan por el igneo suelo de tan tétrico lugar mis ojos sólo ven el paraíso de un alma tan deseada como la tuya.

Yo no soy cazador de almas, pero ojalá hubiera podido hacerme con la tuya y retenerla a mi lado. Los castillos que alcé en el aire no se han derrumbado aún, y es muy posible que permanezcan ya siempre alzados en el cielo, al capricho de los vientos cambiantes, pero siempre firmes y fuertes, porque el lazo que une mi corazón con tu recuerdo es irrompible.

Caminábamos por una estrecha cornisa y sabíamos que en cualquier momento alguno de los dos podría caer. Y yo caí. Ahora, desde abajo, sigo mirando de lejos tu marcha allá en la azotea y me conformo cada vez con menos hasta el día que desaparezcas por completo y no tenga esa pequeña limosna que me queda hoy al hablar de vez en cuando contigo.

Para un corazón que ama el silencio de su sentimiento es el peor de los martirios, y más cuando hubo un tiempo en el que el otro corazón le pedía escucharlo. Hoy he de callar y disfrutar con lo que me regalas a veces, porque aunque no tenga ya derecho a revelar mi amor no dejo de quererte, y el simple hecho de sentir tu presencia me da un pequeño respiro.

Hace un tiempo tenía miedo a que dejaras de quererme y hoy el miedo es a que te vayas para siempre, pero la vida toma y deja a su antojo y a mí me tocó coger y ahora dejar, y así tus pasos seguirán divergentes ya a los míos hasta que en un horizonte abstracto sólo vislumbre lejanas huellas casi borradas.

Hoy te añoro demasiado. Será porque te amo.

viernes, 28 de noviembre de 2008

De historias oníricas.


Querida fantasía:

No dejo de pensar en ti desde que mis ojos se abren a un nuevo amanecer hasta que se cierran en busca de mundos oníricos que recorrer.

No tengo derecho a amarte mas no voy a dejar de hacerlo. Siento vacío dentro de mí; un vacío que no logro llenar con nada. Te sigo buscando en cada rostro que veo, cada día, cada instante, pero jamás te encuentro. Repaso tus fotografías y aún me siento más enamorado de ti, de tu belleza, de esa larga cabellera que como viento tantas veces imaginé enredar. Y busco tus ojos en los que abandonar mis pensamientos, y el tacto de una piel tan deseada como prohibida. Te añoro, Alejandra, y cuanto más te echo de menos más siento que te quiero y más vacío me quedo.

Anoche soñé algo extraño y al despertar eras tú quien apareció en mis pensamientos. Sin embargo no estabas en esa fantasía onírica que creó mi mente. Me encontraba en algún lugar desconocido, entre orientales, divididos entre hombres y mujeres. Las damas danzaban bajo la atenta mirada de una joven maestra y los hombres jugaban con una especie de pelota pequeña a pasarla sin que cayera al suelo. A mi espalda había una valla que supuestamente nos mantenía encerrados en un recinto, pero yo no tenía la sensación de estar retenido. El primer golpe que le di a la pelota hizo que saliera hacia atrás y fuera a parar al otro lado de la división. Entonces me acerqué a una puerta y la abrí, para ir a buscar la pelota, pero la maestra de las bailarinas gritó que no saliera. Me recriminó el no saber que estaba prohibido, que yo no podía poner un pie fuera del recinto. Y ella fue a buscar la pelota, descalza, y sin pasar por la puerta. Hubo de saltar la valla, recogerla, y volver de nuevo por el mismo sitio. Le entregó la esfera a quien supuestamente estaba a nuestro cargo y volvió a su lugar. Este, en una especie de gesto de agradecimiento, y después de echarme una mirada heladora hizo el saque hacia la dama y esta devolvió con un toque magistral la pelota, hacia mí, y yo fallé al golpearla. De nuevo la mirada del "maestro" mostraba rabia e hizo un gesto de negar con la cabeza, haciéndome sentir humillado. Así que cogí aire y empecé a jugar de nuevo, con la intención de demostrar que yo podía hacerlo tan bien como ellos.

Ahí es cuando desperté.

Le he dado una explicación a esa película onírica, aunque la subjetividad es manifiesta por el estado de ánimo que estoy atravesando, pero es posible que no haya errado demasiado. En realidad creo que tú eres esa maestra de baile, y mi culpa fue que tuvieras que sufrir con tus pies descalzos por ir a buscar esa pelota que yo eché lejos, eso que siempre he intentado darte y que de pronto lo alejé de mí. La interpretación de lo que continúa ya no es más que el deseo de mi subconsciente que quiere ver en el comienzo de juego que tú deseas mantener un lazo de unión conmigo y en mi terrible torpeza no soy capaz de aprovecharlo a la primera, (de ahí el error al golpear yo la pelota), pero sin rendirme ante la evidencia, (el maestro de juego), esforzándome por hacer bien las cosas.

Como ves no puedo asumir el hecho de que ya no quieras quererme pues ni en sueños se me permite prescindir de ti, pero porque te respeto tanto como te quiero asumo las consencuencias emocionales que para mí tiene acallar mis sentimientos. Lo único que quiero es poder charlar contigo de vez en cuando, no permitir que desaparezcas de mi vida, aunque eso, supongo, es cuestión de tiempo.

Qué grande es la naturaleza que fue capaz de concebir un ser tan bello como tú, mi pequeña estrella.

Te quiero.

jueves, 27 de noviembre de 2008

La añoranza del desterrado.




Amor mío:


De nuevo las estrellas dibujaron un decorado para ti y para mí. Asilados huyendo de este intenso frío volvimos a cruzar nuestras palabras. Y tuve que ocultar una vez más mis sentimientos.


Sé que para ti no es fácil hablar conmigo de ciertos temas porque has abandonado nuestra playa y no deseas volver a ella temiendo que la fina y cálida arena de nuevo acaricie tus pies descalzos y te atrape como a los marineros el canto de sirena. El ciclón que la arrasó un día perpetuará tu partida y mi añoranza.


Por eso anoche, saturado de tantas cosas como me hubiera gustado decirte, me mordía la lengua para callarlas y trataba de sacar una fortaleza que sólo tengo por ti. Acudiendo al arte del disimulo te aparté de la conversación que estaba empezando a incomodarte y desvié tu atención del nosotros para centrarse en propuestas más banales.


Quisiera hacerte saber que amar en silencio es muy duro, pero he de acallar los ecos de mi silencio por ti. Ojalá pudiera decirte cuanto siento, y no sólo escribirlo aquí, pero al menos me sirve de lacónico desahogo.


Te quiero, mi pequeña estrella. Te quiero como jamás nadie haya podido amarte y como a nadie haya amado. Quizás no estamos destinados a compartir ese amor que un día nació en nosotros, pero mi triste felicidad está en este sentimiento hacia ti.


Si supieras cuánto pienso en ti, cómo te sueño, lo que yo te deseo... Eres amiga, amor y amante en mi mundo, en esta luna salpicada de magia fantaseada en la que alguna vez quisiste soñar conmigo. Cuánto te echo de menos, Alejandra, y si tuviera el poder del tiempo lo haría retroceder para deshacer algunos actos que ocurrieron. Pero no puedo, y el señor destino ha querido que ya no desees sentir lo mismo, y vuelvo a quedarme absorto en un sueño que nace de mi interior y nunca saldrá de allí.


¡Cuanto te añoro, Basíleia, mi gran amor!!!


miércoles, 26 de noviembre de 2008

Amores prohibidos.


Hola, Campanilla.


Me he sentado hoy a escribir desde la añoranza y no ya desde la amargura. Me encuentro más tranquilo y parece que he dejado de pisar fango para posar mis pies sobre losa. Poco a poco voy sintiendo que esa tristeza da paso al recuerdo desde una postura sonriente.


Sonrisa lacónica, pero no obstante sonrisa que se dibuja en un rostro ya cansado de esconderse tras un gris manto de pena.


No voy a relegarte a un recuerdo escondido en algún rincón de mi fantasía. Tengo intenciones de crear un altar desde el que adorarte siempre que tenga la necesidad como deidad que un día gobernaste mi destino. Así es como quiero que sea y así ha de ser.


Mi amor se vuelve a guardar en mi interior con la única dedicación a tu memoria y lo que significas. No busco ni pretendo otros mundos con otros corazones porque el mío se rindió a ti aún antes de que existieras. En realidad yo no vivía sin ti, y seguiré sin hacerlo porque a mí me merece la pena mantener vivo esto que siento.


Fuiste, eres y serás mi inspiración, la musa de mis creaciones y actos como persona y como soñador. Fuiste, eres y serás el único amor capaz de mover mundos con una sóla palabra, con una mueca sonriente, con una mirada furtiva. Fuiste, eres y serás todo para mí, Alejandra, y eso no ha cambiado ni lo cambiará la distancia y separación.


Nada te pido y si lo quieres todo te doy, porque yo me entregué a ti en cuerpo y alma y jamás dejaré de pertenecerte, porque pertenezco a mi mundo y ese mundo eres tú.


No importa si ya nunca vuelvo a decir a nadie un "te quiero" que desahogue la enorme cantidad de sensaciones que cada instante nacen dentro de mí, porque hice lo que había de hacer, conseguir que lo supieras.


Ahora ya no tendré el desconsuelo de preguntarme "¿y qué hubiera pasado si le hubiera dicho que la amaba?". Te lo hice saber y me sentí correspondido. Eso es lo que guardo para mí, y por ello disfrutaré del recuerdo del único ser al que pude entregarle por completo mi amor.


Lo que yo te quiero jamás podré regalárselo a ningún otro corazón, y fui feliz en ese amor. Por eso nunca podré dejar de amarte.

martes, 25 de noviembre de 2008

A pesar del dolor, lucho por ti.


Buenos días, mi pequeña estrella.


Anoche volvimos a hablar, y la verdad, me siento tan reconfortado cuando estoy contigo que los días que no te tengo sufro aún más ese vacío que se ha instalado en mi interior.


Vuelvo a darme cuenta una vez más de que quieres alejarme de tu vida en cuanto a lo que sentimiento se refiere.


Sé que aún sientes por mí algo, no sé si muy fuerte o no, pero también veo que deseas no sentirlo y que no quieres volver a encender esa llama que en realidad es muy posible que aún no se haya extinguido.


No sé si decir que "sé", al menos es lo que parece, que buscas frases para hacerme saber que aún me llevas dentro sin tener que decirlo directamente. Creo que deseas que no olvide que en tu corazón hay parte de mí y me lo indicas con esos "jeroglíficos" de los que hablábamos anoche. Quizás es un pensamiento que nace en mí simplemente, porque yo sí busco el modo de que sepas que aún te quiero, de que no lo olvides, de que recuerdes que siempre estaré para ti aunque tenga que esperar una eternidad.


Tienes miedo a enamorarte de mí porque no quieres sufrir y yo tengo miedo a no poder hacerte feliz. Como te dije ayer, mientras yo esté tan cerca de ti te estaré poniendo difícil el que puedas olvidarme, aunque con lo cabezota que eres seguramente lo consigas, pero si te soy sincero voy a hacer todo lo posible por que no ocurra. Y el único modo de luchar por ello es siendo yo mismo, sin más.


Dejé de serlo cuando deseé que fueras real. Ahora es cuando he comprendido que nunca dejarás de ser un sueño; incluso si un día mis manos pudieran posarse sobre tu piel, seguirías siendo el sueño que tanto tiempo vivió dentro de mis fantasías.


Hoy estoy cumpliendo penitencia por ese error y si te soy sincero no sé qué puede ser más doloroso, saber que no me quieres o ver que lo que intentas es no quererme.


Sé que te hice daño, Alejandra, y bien sabe el Cielo que jamás fue mi intención, pues lo único que deseo es tu dicha, pero desde aquí te pido perdón no ya sólo por ese error, sino porque no voy a permitir que te sea sencillo olvidarme mientras tú me dejes acercarme a ti.


Tendré días muy duros, lo sé, y voy a sufrir demasiado que podrá ser en extremo si al final logras tu propósico. Sé que cada día será un día de padecimiento por buscar lo que quizás ya es imposible, pero no voy a dejar de luchar por ti sin más armas que mi propio ser y condición. Si alguna vez te enamoraste de mí, y si queda el poso de cuanto hermoso vivimos, no voy a adolecer de pereza a la hora de luchar por ti. Quizás me haga demasiado incordiante y eso te ayude a lograr tu propósito, pero no puedo quedarme sentado viendo cómo te alejas de mí.


Te amo, Campanilla, y lucharé por tu amor.


domingo, 23 de noviembre de 2008

Otro día que pasa.


Vuelvo a estar aquí por necesidad, por esa agónica carencia de tu compañía. No me atrevo ya a acercarme a ti y el único modo que encuentro es desahogarme entre palabras desde este lugar al que posiblemente nunca llegues.





Escucho música que me trae imágenes de una hermosa historia que algún día escribimos juntos y de la que hoy sólo queda el recuerdo, vivo, muy vivo en mí.





Te veo desde lejos sonriendo y me alegro por ti; deseo tu felicidad completa y tristemente sé que no pasa por tenerme en tu corazón, pero a pesar de lo que me pueda doler quiero que llenes tu corazón de dicha.





Algún día, seguramente, seré capaz de dar media vuelta y dejar por fin que sólo quede el recuerdo sin una esperanza a la que aferrarme de esta manera, pero aún tardará en llegar ese momento.





Te quiero, mi pequeña estrella, y añoro cuantos cuentos escribimos sin palabras, tan sólo soñando tú en tu lecho y yo en el mío, en una distancia que desaparecía para unirnos como amantes sin complejo ni etiquetas.





Hoy ya no queda ni el sueño de que vuelvas algún día, pero seguiré instalado en este amor que perdurará en el tiempo.

sábado, 22 de noviembre de 2008

Serás mi más preciado recuerdo.


Hola, Alejandra.


Ya sé que te vas, que te has ido, y aquí me tienes, con la mano alzada despidiéndote en la distancia sin que tú puedas verme.



Lágrimas de amargura se descuelgan por mis mejillas, porque me doy cuenta de que donde hubo ya no hay, y tu corazón dejó de latir por mí.



Te he perdido del todo, sin haber dejado de amarte, y sin poder hacerlo. Es muy duro, mucho más de lo que tú imaginas. Jamás conociste el verdadero sentido de mi amor y desgraciadamente no hice nada por ayudarte a ver lo que era, pero ahora ya no tiene sentido insistir. No podré decirte nunca más "te amo, mi pequeña estrella", y todo porque no supe cómo amarte y te dejé marchar.



Hoy me siento sólo y hundido, perdido en un mundo que creé para ti pero en el que necesitaba tus pasos como guía de mi propio destino. Hoy estoy sin rumbo ni sentido, en un viaje que no tendrá retorno y quizás tampoco futuro.



Ya no me quedan casi fuerzas para nada. Eras mi energía y la fuerza de mi vida, y ahora ya no queda nada. Tú te vas y tu sonrisa volverá a deslumbrar allá donde se pose y volverás a amar a alguien que no seré yo.



No supe hacerte feliz y fue por no intentar ser yo feliz, pero tarde me di cuenta de ello, porque tu camino se ha apartado del mío.



No podré dejar de amarte, pero sé que este dolor acabará conmigo; lo sé.



Mi vida estará dedicada al recuerdo de lo que un día viví junto a ti hasta que el último hálito salga de mi boca, porque siempre seré tuyo, mi pequeña estrella, mi gran amor.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Tú eres mi otra mitad.


Hoy he comprendido que mi locura me perseguirá para siempre, y es así porque en realidad tú eres mi alma gemela. No importa cuánto tiempo tenga que esperar, ni si es toda una vida, pero sé que sin ti no podré buscar el camino a la felicidad.

Esperaré paciente otoños, inviernos, primaveras y estíos, porque mereces la pena, porque nadie hay como tú, porque soy sólo una mitad de un todo mágico, y esa mitad, sin ti, no es nada.


Aún no conté estrellas junto a ti, ni vi menguar la luna noche a noche, ni tan siquiera bailé contigo en ese lugar tan especial del que un día me hablaste.


Aún tengo que hacer muchas cosas a tu lado, amor mío, y hasta que no tenga recuerdos de ellas, estaré esperando tu regreso, porque eres la mitad que me complementa, y sé que yo soy tu mitad.


Te quiero, Alejandra.


martes, 18 de noviembre de 2008

... y no te leo.


Hace algunos días que no te veo y la sensación es la de que ya nunca estarás. Estoy sumido en la tristeza, pero nada puedo hacer por cambiar este rumbo que el destino había acordado con las fuerzas de la vida. Tú seguirás un camino desconocido para mí y yo estaré pendiente de tu recuerdo, preguntándome qué será de ti, cómo estarás, si habrás encontrado quien te haga soñar...


Ya ves que la añoranza se ha instalado en mi existencia, y tal vez mañana me encuentre de nuevo contigo, ojalá, pero hoy estoy absorto en un "ya no está".


Cada jornada que transcurre pienso más y más en ti, recordando quién eres, qué eres, y qué siento. Sé que va a ser muy difícil continuar como si no pasara nada, pero también soy consciente de que he de hacerlo. Sin embargo ya siempre me faltará algo, y serás tú. Has ocupado un lugar tan importante dentro del reino que marcan mis sueños que ya no sé vagar por mis mundos oníricos si tú no te reflejas en ellos, y de algún modo agradezco que sea así, porque no quiero olvidar ni uno sólo de los instantes que alguna vez disfruté contigo.


Ojalá llegue un mañana y me digas que aún me quieres, que tal vez nos deberíamos dar otra oportunidad, que dos almas que se aman no pueden estar separadas. Sé que es mi pensamiento el que de ese modo habla, pero ojalá sucediera.


No he dejado de necesitarte, y si alguna vez te dije que podemos ser amigos sólo fue por no tener que estar ausente de ti. Tu distancia, y aún más tu desaparición completa sería más duro que el no tener permitido amarte.


Nunca vas a dejar de ser mi pequeña estrella porque jamás abandonarás mi corazón. Puedes pedirme que no te ame, pero nada conseguirías.


Te quiero, Alejandra, te quiero más que a nada en este mundo. Y cerraré los portones de mi corazón hasta el día que decidas llamar, si alguna vez ocurre, porque si volvieras a nombrarme, quiero que me tengas donde me dejaste, como me dejaste.


Siempre seré tuyo, Campanilla, mi gran amor.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Por siempre jamás.


Me empiezo a separar de ti. Supongo que es lo mejor para ambos. Tú no deseas lo que un día soñamos y yo no deseo otra cosa que tu amor. Ya no podemos seguir con una misma ilusión, y la mía eres tú.

He terminado por darme cuenta de que esperar seguramente no me devuelva tu compañía, pero yo seguiré acurrucado en mi sueño "esperando" que un día vuelvas, aunque sé que si desaparezco hoy de tu vida ya no habrá jamás un mañana.


No quiero hacerte daño y por eso callo lo que siento, pero es demasiado duro, incluso para mí, silenciar un corazón que se acostumbró a gritar su amor. No sé cómo podré superar tu ausencia y mi carencia, pero eso es lo que menos me importa.


Ya no tiene sentido nada en mi vida; se ha instalado un vacío absoluto donde nada importa ni nada hay. Si mañana no hubiera latidos en mi corazón no sucedería nada: no me importaría. Yo no sé vivir una vida donde no hay esperanzas ni ilusiones. Quizás tú eras la última.


Hoy aguanto el llanto, tal vez porque ese vacío haya arrastrado también consigo las últimas lágrimas que me quedaban, pero no se ha querido llevar la amargura que me ha dejado tu adiós.


Soy un ser carente de expresión, aislado de sí mismo, esperando paciente que la nada se apodere por completo de su alma.


Es doloroso haber conocido el verdadero amor y verle partir sin poder despedirlo siquiera. Aún hay momentos en los que me aferro a la idea de que quizás todo esto vuelva a ser, tú seas mi pequeña estrella y yo tu Peter Pan, pero cada vez son más efímeros. Supongo que por una vez la racionalidad está pudiendo a mi fantasía.


Siempre fuiste quien yo esperaba, y cuando te hallé supe que no habría nadie más. Ahora comprendo que lo que me resta de vida sólo la podré compartir con la soledad, si no es contigo, porque voy a impregnarme de tu recuerdo y cada anochecer, al acostarme, y cada amanecer, al despertarme, pensaré un beso para ti, desearé una sonrisa de tu boca y el sonido de tu voz, y con esa añorante amargura viviré por siempre jamás.


Te quiero, Alejandra. Recuérdalo al menos alguna vez, cuando ya no esté.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Yo nunca me fui.


Hoy hablé contigo y me sentí muy bien. Me hubiera gustado haberte dicho aunque hubiera sido una vez "te quiero". Qué gran regalo me ofreciste con tu amistad, algo que no puedo aceptar, a pesar de todo.

Te amo demasiado como para comformarme sólo con ser tu amigo cuando hubo un tiempo que fui mucho más. Me acostumbré tanto a amarte que ahora no podré dejar de hacerlo. Pero hablar contigo, a pesar de todo, me hace bien. Sé que esquivas mis segundas intenciones en ciertos momentos que sólo pretenden acabar con tus defensas y poder decir lo que realmente siento. Nunca me lo recriminas, y te lo agradezco.


Aceptar que soy tu amigo sería darme por vencido y rendirme a la evidencia, y no puedo, mi pequeña estrella. No sé si algún día seré capaz de asimilarlo, pero hoy me es imposible.


Quizás cometí el error de enamorarme de ti antes de ser tu amigo, pero te amaba tanto cuando sólo existías en mis fantasías que al aparecer un día en mi vida, sin previo aviso, no pude evitar dejarme llevar hacia ti, atraerte a mi mundo, un lugar que construí para albergar tu corazón imaginado, corazón que se hizo real.


Habitamos sueños y fantasías irrealizables y nos hicimos muy felices. Ahora esa dicha se ha fugado de mi vida, y si me preguntas cómo estoy siempre es lo mismo, "bien", pero aunque poco a poco son más momentos de sosiego que de amargura, la añoranza no me abandona, y nunca lo hará mientras tú no te vayas lejos.


Y no quiero que eso ocurra, porque aunque nunca llegue a considerarte tan sólo amiga mía, el que ejerzas de ello me permite seguir disfrutando de ti, aunque no sea como quisiera.


Hoy me iré a dormir con la sensación más clara que de jamás volverás, pero también sé que yo nunca me fui.


Te quiero, Alejandra María.

sábado, 15 de noviembre de 2008

Ya estoy en mi sitio.


Cada vez me van quedando menos esperanzas y menos clavos a los que agarrarme. Poco a poco voy sintiendo que la realidad se abre paso contra mi deseo. Me dijiste que ya no volvería a ser, pero yo no quería creerlo y ahora cada vez resuenan más esas palabras en mi cabeza.

Te estoy perdiendo completamente, aunque en realidad ya te había perdido. Pero no quería creerlo.


Hoy no tengo voz para hablar, y por eso apenas he podido hacerlo. Estabas ahí y yo sólo te miraba, sin saber qué decir, porque lo que quiero decir no puedo.


Pero aquí estoy, para escribirlo, para confirmar que te quiero, que me duele perderte, y que a pesar de todo no puedo dejar de amarte.


Escucho tu voz y recuerdo cuando iba dirigida a mí, cuando me hablabas de amor, de sueños, de fantasías que aunque nunca cumpliéramos nos hacía sonreir, nos hacía felices sólo de pensarlo.


Hoy ya no puedo soñar a tu lado, y en realidad ya no puedo soñar. Lo único que fantaseo es con un reencuentro que no sucederá.


Creía que mi alma se iba calmando, a pesar del dolor, pero no sé el motivo, ahora mismo vuelvo a estar igual que estaba, anegado en la amargura que me provoca la enorme distancia que se ha abierto entre tú y yo.


Creo que nunca nada será igual, y sé que tengo que acostumbrarme a ello, pero no es fácil, y dudo que pueda.


Soy un iluso y por ello me duelen al final tanto las cosas. Supongo que cada uno encuentra su lugar en el mundo antes o después, y mi lugar ya está ocupado.


No dejaré de pensar en ti aunque con ello me parta el corazón una y otra vez, porque ese es mi sitio y ya he llegado a él.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Esperando hasta la eternidad.


Aquí estoy de nuevo, abriendo el torrente de palabras provocado por las horas que paso pensando en ti.

Mientras escucho música, letras de canciones hirientes en un corazón lacerado, mis fantasías viajan al recuerdo de cualquier día perdido en el tiempo, un tiempo que contigo nunca existía, que parecía detenerse cada vez que tus palabras surcaban los caminos de mis sentidos.


Recuerdos perennes que jamás borrará la lluvia de unos ojos ya áridos, agotados de llenar mares de pena con un diluvio de tristeza.


Cuanto he llegado a quererte es algo que sólo yo sé, y aunque quisiera explicarlo en estos pequeños fragmentos de mis fantasías, no describiría la grandeza de lo que en realidad es. No hay palabras ni gestos que puedan descubrir tamaño sentimiento hacia ti.


He sido el que más ha perdido con este adiós al que no me resigno, porque con tu partida lo he perdido todo en realidad. Supongo que por eso me obligo a agarrarme a cualquier señal a la que en seguida me encargo de darle el significado apropiado para animar mis esperanzas, aunque no tenga nada que ver con la realidad, una realidad que no quiero asimilar.


Puede que mi vida se esté perdiendo en una locura irracional por la búsqueda de algo que ya nunca existirá, pero es la única manera de que siga viviendo sin ser un completo autómata sin sentido ni razón.


Perdóname si no dejo de amarte ni de pensar en ti, pero para mí no podrá haber otro amor que no seas tú, y me encargaré de recordármelo cada día de aquí a la eternidad.

La verdad siempre prevalece.


De nuevo vengo a este rincón, en cierto modo a autocompadecerme una ocasión más. Supongo que soy demasiado iluso como para querer aceptar la realidad que se muestra una vez tras otra de manera solemne y lo único que sé es mirar para otro lado evitando encontrarme con esa verdad que no quiero asimilar.

No puedo dejar de pensar en ti, ni tampoco quiero hacerlo. Hablo contigo y tengo que hacer esfuerzos tremendos por no decirte que para mí la vida de verdad empezó contigo y sin ti seguiré soñando, ilusionado con una fantasía irreal que siempre pensaré posible hasta que la locura venza a mi razón o la vida, allá en la distancia temporal, arranque ya con su fin cualquier recuerdo o esperanza.


Sólo amé una vez antes de ti, y fue un amor infantil, o adolescente, aquel primer amor perdido ya en el tiempo, aunque ciertamente guardado en una memoria ermitaña, sólo aventurada a alejarse de su propia caverna cuando apareciste tú.


En mi vida no ha habido amor más verdadero ni intenso que el que tú has hecho nacer en mis entrañas, y hoy tengo que agotar mis fuerzas por hacerte sonreir en un momento complicado para ti y no por esto, sino causas ajenas al sueño que un día vivimos, aguantándome mis ganas y necesidad.


Pero aunque no te sintieras así, tampoco podría decirte nada de esto, sólo disimular, hacer como que todo va bien, y sonreirle a la vida cuando tú estás cerca.


Te quiero, mi pequeña estrella, y no importa cuán lejos estés, ni quizás una futura desconexión completa, porque mi corazón no entiende de otra cosa que no seas tú, hoy, mañana... Siempre.


Descansa, mi más hermoso sueño, aunque ya no pueda ser vigía amante de tus mundos oníricos.


Las cosas se van aclarando para mi desesperación, pero yo seguiré amándote en silencio aún cuando ya no estés.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Confusión.


Esta mañana he vuelto a hablar contigo. De nuevo te he encontrado, acallando mis sentimientos, haciendo esfuerzos por no burlar la vigilancia de mi razón y decir "te quiero, mi pequeña estrella".

Ha sido una conversación breve, muy breve, pero...


¿Me echas de menos? ¿Eso es lo que has dicho? ¿Que añoras tantas cosas bonitas como hemos tenido?


De pronto se ha abierto una puerta a la esperanza. Mi mente más práctica me dice que no me engañe, que no hay puertas, pero yo nunca usé de la practicidad con los sentimientos. Me agarro a cualquier cosa que me de ilusión, cierta dosis de optimismo. Quizás me engaño, pero necesito vivir de esa mentira y creer que es una verdad.


Me echas de menos, has dicho. ¿Me quieres?


Alguna vez te he comentado que tal y como sientes siento, y tal y como piensas pienso. Si también te ocurre a ti, entonces estoy seguro de que aún me amas y dos almas que han sido capaces de crear un mundo tan hermoso para ellas sólas no pueden estar separadas, no por un error como el que cometí.


No sé si habrá un "continuará" en esta historia de amor, pero aunque sea tan doloroso por lo que estoy pasando, rectifico, lo que estamos pasando, ha sido necesario para darme cuenta de ciertas cosas en lo que a mí concierne. No sé si tendré oportunidad de enmendar mis errores, pero sé cual es el camino que no he de seguir si me vuelves a dejar caminar junto a ti.


No sé qué pensar; estoy tan confundido que dudo a quién darle credibilidad, si a la razón o al corazón. ¿Y si necesitas decirme lo que sientes? ¿Por qué no hacerlo? ¿Y si necesitas que deje de amagar con mis sentimientos? ¿Por qué insisto?


Al menos tengo este medio para decirte lo mucho que te quiero, cuánto echo de menos tu presencia, el bien que me hace tenerte como mucho más que una estupenda amiga, porque eso eres para mí. Tú significas algo que supera a la amistad, y eso es el amor.


¿De verdad me echas de menos???


Aisssssssssssssssssssss...


Otro día más sin ti.


Anoche volví a hablar contigo. Quizás hubiera sido mejor no hacerlo. Me sentí como un extraño, y te sentí increiblemente lejana.
Bromeamos, disimulé que todo iba perfecto, que somos buenos amigos. Hoy me duele el alma.

Ahora mismo, mientras escribo estas lineas, se humedecen mis ojos con la amargura. Seamos amigos, me dijiste. Seamos buenos amigos... Es tan doloroso que verte y no desnudar mis sentimientos me va despojando de trocitos de vida.


Anoche me di cuenta de que mantener la esperanza de que tu corazón vuelva a abrirse para mí es hacerme más daño aún, pero no puedo pensar de otro modo. Sé que no va a suceder, que ya no volverás a mí, pero no puedo evitar agarrarme a esa especulación emocional.


Yo te quiero, y necesito que lo sepas. Pero cómo decirle a quien amas, si te ha pedido que ya nunca se lo hagas saber, lo que sientes sin hacerle daño.


Esto me está segando la vida. En realidad te dije que hay otros factores a mi alrededor que me han hecho estos últimos tiempos estar mal, y es cierto, pero esto ha sido lo que más me ha afectado. De repente no existe nada que no seas tú y tu adiós.


Lo mejor sería que desapareciera de tu vida para siempre. Que no volviera a cruzar una palabra contigo, pero no puedo. No puedo porque soy un iluso, y aunque la razón me diga que ya jamás estarás conmigo el corazón no se resigna a estar sin ti.


Te necesito más que el aire que respiro, ese aire que desde que me pediste callar mi amor, me falta.


Te quiero, Alejandra, y no poder decírtelo está acabando conmigo. Has sido la persona más importante en mi vida y de pronto ya no estás en ella. No puedo decirte adiós, pero me duele demasiado estar cerca de ti.


Ya no sé qué hacer para detener esta muerte lenta que me está atrapando.


Qué iluso he sido siempre.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Sigo buscando, mi pequeña estrella.




No puedo dejar de pensar en la felicidad que vivía cuando una palabra tuya se descolgaba por mis sentidos hasta hacerme estallar el corazón en fantasía infinita.


No puedo dejar de decir "te quiero", aunque sea en el silencio de mi soledad, porque tú ya no quieres saberlo.


Sí, mi pequeña estrella; nunca he dejado de amarte a pesar de la distancia, a pesar de esta tristeza que embarga mi corazón.


Quizás mi vida era un sinsentido ordenado porque estabas tú, pero ahora, sin tu presencia emocional, sin tu compañía enamorada, ya no hay orden ni concierto. Todo es caos y espesura.


No me escucharás decirlo, pero no puedes evitar que mi corazón siga sintiendo delirantes emociones con la esperanza inmortal, aunque vana, de que mis brazos te rodeen, que tus labios se empapen de los míos y dejes que mi mirada se ahogue en el fondo de tus ojos.


Echo de menos nuestras bromas, tu sonrisa, las canciones que tantas veces nos llevaron a la luna, esa luna que hoy se alza llena en los cielos, la que tantas veces compartimos con fantasías de adolescentes, una adolescencia que ya nos queda muy lejana, pero de la que nunca saldré del todo.


Sí, Alejandra; te quiero, y te quiero porque tú has hecho de mí un alma enamorada, dependiente del cariño con el que tantas veces me abrigaste en mis momentos bajos sin que tú supieras que lo hacías.


Te echaré de menos, pero jamás dejaré de amarte.

De un iluso enamorado.

Hoy es mi primer día aquí, las primeras palabras.

Necesito sacar todo lo que se va enquistando en mi interior y creo que este anonimato es la vía que mejor me puede servir.



Llevo días ahogándome en mares de amargura y desesperanza, inundado por la tristeza de despertar de un hermoso sueño que creí era una realidad y esa realidad es la que me ha hecho comprobar que sólo era fantasía.



El amor, ese en el que muchos no creen quizás porque nunca lo vivieron o por simple autoprotección es el que a mí me ha hecho pedazos el corazón. El ser al que amo me ha sacado de su vida, sé que con mucho dolor, pero a mí se me ha quebrado el espíritu.



Siempre he vivido entre sueños, carente de la fuerza para habitar la realidad que nos absorbe, pero los sueños pueden destrozarnos cuando la vida nos despierta de ellos.



Hoy es el primer día en el que escribo y no será el último, porque desde aquí seguiré amando a quien no se deja amar ya por mi corazón.



Ella no quiere perder mi amistad, y yo no puedo apartarme de ella porque sería más doloroso aún no poder tenerla cerca. Esa cercanía sé que será una penuria para mí, pero ella nunca sabrá de este lacerante dolor que me está segando la vida.



Hoy es el primer día de no sé cuántos, pero mi amor es para toda la vida y sólo podré amar desde este rincón, así que el primer día de una vida.