viernes, 25 de diciembre de 2009

Nacido para amar.


Mi pequeña estrella:

Hoy añoro estar contigo, reir, disfrutar de tu mirada, jugar con tus manos y las mías, vivir el romance que ya sólo salpica mis fantasías.

A pesar de todo, mi corazón continúa anclado en este amor imperecedero que un día arriesgué a imaginar y que sin quererlo se hizo real y verdadero.

Hoy me sumerjo en el recuerdo de tu belleza divina tan imposible para mí. Cuando aún me regalas con un tiempo de tu compañía y charlamos de cualquier tema disfruto como si de un adolescente se tratara enfrentado a la niña de sus ojos, a su primer amor.

Ni siquiera puedo expresar con palabras la riqueza de tu presencia, porque el lenguaje es demasiado pobre para describir las sensaciones que continúan despertándose en mi interior si me ofreces un minuto de tu tiempo, y es que sigo enamorado de esa niña que tuvo la osadía de dejarse llevar por mis fantasías y volar de mi mano para alcanzar sueños imposibles.

Y al final resultó que el más imposible de mis sueños fuiste tú.

Pero no me permito dejar de soñar y de disfrutar los pocos momentos que puedo estar contigo, aunque no haya de ser como yo deseo; tú estás y eso ya es suficiente para mí.

Me reitero en el significado de lo que estoy haciendo, y es que no queda más lugar en mi vida que la soledad y tu recuerdo, pero la importancia de tu existencia es mayor a todo lo demás, y no existe nada que me pueda llenar como me llenas tú, no importa si ya nunca te tengo entre mis brazos.

Soy capaz de mirar una fotografía tuya y pasarme el tiempo sin moverme de esa imagen fantaseando cientos de aventuras irrealizables.

Sé que es una locura, que no es racional tomar las decisiones emocionales que yo estoy tomando, pero no puede ser de otro modo, porque ahora sé que yo nací para amarte.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Desvaríos de un grano de arena.


No quiero abrir mis ojos y mirar hacia el frente porque no deseo ver lo que hay más allá de mi propia fantasía.

Estoy irremediablemente perdido en un lugar imposible de abandonar. Sé que soy un cobarde por no querer enfrentarme a las cosas cara a cara, pero cuando abro mis ojos y miro al mundo me siento como un grano de arena en medio de un desierto y no quiero. No he hecho nunca nada por cambiar mi suerte quizás porque siempre fue muy cómodo abandonarme a mis pensamientos y volar a través de ellos en pos de unas metas siempre alcanzables. Siempre me resultó muy fácil lograr mis anhelos cuando se trataba de imaginar las cosas, en contra de lo que me ha ido sucediendo a lo largo de la vida en mi propia existencia real. Soy el de las cosas a medias, el de hoy empiezo y mañana no termino; sí, ese soy yo. Cada vez me resulta más pesado dar otro paso, y no se trata de que me sienta deprimido: simplemente es que me estoy rindiendo con respecto a todo. Me siento ya cansado de cuanto soy, de cuanto me rodea, pero tampo voy a hacer nada por cambiar las cosas, porque de eso estoy ya también cansado. Quizás un día suceda algo que me sacuda y me haga abandonar esta apatía emocional que envuelve mi día a día pero tampoco es algo que espere. El tiempo pasa y ni siquiera me hago eco de ello. Supongo que cuando me de cuenta de que ya se sucedió una vida entera tome un minuto para meditar por qué no hice nada por cambiarla, pero ya no habrá tiempo para más.

Qué más da. Cada vez me importan menos las cosas y cada día me encierro más y más dentro de mi caparazón alejándome de todo y de todos, hasta que llegue a un completo ostracismo en espera de nada.

Ni siquiera sé por qué escribo estas cosas, por qué escribo ya siquiera aquí. Antes lo hacía por mí, para sacudirme las tristezas que me podían acompañar en ciertos momentos. Hoy ya no me sirve de nada plasmar las letras de mis delirios en este pequeño rincón.

Tal vez alguien las lea y se ría; tal vez otra gente sienta lástima por mí; tal vez muchos pasen de largo... Tal vez sean los desvaríos de un iluso orate.

lunes, 14 de diciembre de 2009

De locuras y amores.


Vengo de nuevo a escribir una página más de mi propia vida acompañado por una soledad fiel y leal.

Acabo de ponerme a escuchar una canción que descubrí hoy por casualidad capaz de remover mis pensamientos y hacer que me encuentre con imágenes irreales que tanto me hubieran hecho disfrutar si hubieran llegado a ser verdaderas.

No soy más que un ser humano incapaz de hacer frente a su propia existencia, buscando amparo en una idealista fantasía irrealizable.

Ultimamente mis palabras me suenan a rendición; me escucho hablar y siento que no hay nada por lo que luchar y de hecho me pregunto si debería abandonarlo todo, incluso abandonarme a mí mismo.

Me siento hastiado, cansado de todo lo que me rodea, y cansado de haber vivido una existencia que en nada me ha sido favorable mentalmente.

En realidad empecé a sentirme perdedor desde el mismo momento en que tengo recuerdos.

Cuántas veces me habrán hablado de talento, de mi talento para distintas cosas, para las que nunca luché, pero nunca nadie me habló de mi talento para amar, y de ese sí que soy consciente aunque como los demás, tampoco lo haya trabajado.

Siempre me he sentido cómodo imaginando las cosas, soñándolas, deseándolas. Así todo es perfecto, y no hay lugar para el dolor... Eso creía.
Pero entonces descubres a alguien que te despierta de ese amor imaginario y lo convierte en realidad, y te das cuenta de que eres incapaz de apartar de tus pensamientos ese sentimiento que te envuelve, y mires donde mires siempre hay algo que te lleva a recordar a esa persona. Sabes que es un amor imposible, porque jamás podrás tocarla, nunca llegarás a mirarla frente a frente, y comienzas a sumirte en una secuencia de desesperanza y desilusión. Decides volver a encerrar tus sentimientos dentro de ti mismo pero ya nada es lo mismo, porque sabes que la única persona a la que podrás amar de verdad el resto de tu vida existe y nunca estará junto a ti.

Sé que es una locura, que amar así es irracional y dañino, pero yo no soy una persona corriente. Tengo dos caras, y la peor es la que me muestro a mí mismo, donde la sonrisa va difuminándose y la mirada se pierde en el horizonte desconocido, sin preguntas, sin anhelos ya.

Hoy podría escribir cientos de lineas, pero serían demasiado oscuras y no quiero ensombrecer aún más el entorno del lugar.

Soy un pobre loco enamorado.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Una historia de amor.


Quiero cerrar mis ojos; cerrarlos y acomodarme en un paisaje de infinitas praderas verdes salpicadas por un templado sol de primavera. Mirar así al horizonte y dejar que mi vista se pierda en busca de una presencia imposible en ese lugar.

Silencio, paz, sosiego, y sólo el rumor de los recuerdos acurrucando mis sentidos en un deseo incontestable de alcanzarte en un "para siempre" que nos haga eternos a ti y a mí.

Quiero dibujar tu contorno en esa alfombra natural para poder mirarte durante todo el tiempo que mis ojos, cerrados a la cotidianidad de una vida no deseada, observen tu preciosa y preciada presencia hablándonos tan sólo con la mirada.

Y levantarme, y desdibujar ese paisaje para pintar otro distinto, sobre un asfalto caldeado por unos rayos solares del estío, galopando a lomos de los caballos de algún vehículo dirigido por mis manos mientras tu cabello lucha denodadamente contra el viento que se cuela por las ventanillas bajadas; y yo, sin perder atención al camino, sonrío mientras miro de reojo cómo cantas una de las canciones que suenan en el coche. Y el mar, testigo mudo de este idilio imposible, nos acompaña entre acantilados y playas que se van sucediendo sin un orden establecido. Seguimos en silencio pero nuestra sóla compañía ya habla por los dos.

Y por fin abro la portezuela y tiendo mi mano que tú tomas mientras me miras dibujando una media luna ascendente con tus labios, y te apéas, dándonos cuenta de que la noche nos rodea extendiendo un lienzo de estrellas brillantes que acompañan a mi luna llena y por fin te miro, y me miras, y de mi voz surge un "te quiero", y "te quiero" surge de tu voz, y me sonríes, y te sonrío, y me rodeas con tus brazos, y me dices: "anda, bésame".

Y abro los ojos, y me doy cuenta de que frente a mí tengo un monitor, y que mis dedos no tocan tu piel sino unas desgastadas teclas que van uniéndose para escribir esta historia de amor que nunca fue ni será, pero que siempre permanecerá en mi corazón.

Una bella historia de dos.