viernes, 13 de mayo de 2011

Un recuerdo, una fantasía.

Cuando el sol declina y va dando paso a la magia y fantasía de la noche mi mente recupera su estado de añoranza y regresa tu recuerdo flirteando en mi memoria con cada pensamiento que nace.
Con todo el tiempo que ha pasado debería de haberte olvidado ya y tu presencia tendría que estar encerrada en algún recóndito rincón, apartada de cualquier encuentro fortuito que pudiera surgir en mi cabeza.
Pero no es así, y vives muy presente en mi memoria sin darme opción de buscar otros mares en los que zambullirme persiguiendo sirenas que acaso nunca alcance.
A veces desearía poder odiarte y así tener una razón para apartarte de mí, pero lejos de ello, mi corazón aún canta a este amor absurdo e irracional que se ha hecho ocupa y no me abandona.
No te veo, ni te escucho ni te hablo, pero tampoco te olvido. Te convertiste en los cimientos de un mundo onírico que recreé para disfrute de ambos, y que hoy, a pesar de tu ausencia, sigue intacto esperando un regreso imposible.
Hoy miro a la luna y no tiene el brillo especial de cuando tú me acompañabas allí, soñando juntos, viviendo una ilusión que parecía no tener fin aún a pesar de haber nacido con fecha de caducidad. Hoy las estrellas que veo desde mi luna me recuerdan que la más importante de todas ya no brilla en ese cielo que se abre sobre mi mirada y el vacío que queda es un lienzo oscuro sobre el que ningún pincel sería capaz de combinar colores.
Tú me preguntabas si podríamos ser amigos, y yo te decía que no. No lo entendías, pero tú misma eres incapaz de ser mi amiga. Lo que vivimos nadie jamás llegará a entenderlo, pero esa misma fuerza que nos unía y hacía dependientes es la que hoy hace que la ausencia sea total.
Jamás amaré a nadie como a ti te amo, y por muy larga que sea mi vida no podré olvidar lo que llegué a rozar con mis manos y no fui capaz de hacer mío.