jueves, 20 de octubre de 2011

Palabras banales...

Estoy en un momento completamente ocioso, casi el primero del día, ya noche, cuando casi me voy a ir al mundo de Morfeo y esperar un nuevo amanecer.
He puesto una canción y me han entrado unas ganas irrefrenables de escribir algo, lo que sea. Y este es un medio tan anónimo como perfecto para hacerlo.
Y ahora, que comienzo a acariciar las letras no sé qué es lo que podría plasmar con mis palabras.
Sé que podría hablarte, escribirte, y repetiría una vez más lo que tantas veces, tantos textos anteriores ya he escrito.
Este blog ha acabado conformándose en una rutina literaria donde siempre mantengo el mismo mensaje quizás ya cansino. Por eso hoy quería evitar reiterar una vez más lo que siento por ti y la soledad que me abraza en tu ausencia.
No es fácil, porque eres prácticamente un monotema dentro de mi cabeza y una y otra vez acudo a buscar tu presencia en forma de fantasías.
Sin embargo mi vida continúa, pero ya nada es igual. Me embarco en proyectos y ocupan casi todo mi espacio de modo que los momentos ociosos son escasos y así mantego ocupada mi memoria y tengo menos tiempo para pensar en ti. Aún así siempre buscas resquicios para abrirte paso y surgir una vez más entre mis ideas y pensamientos.
No soy feliz, pero tampoco desdichado. Mi vida no es rosa, pero tampoco se acerca al negro. No podría quejarme a pesar de las distintas carecias que pueda tener, sobre todo emotivas. Pero conseguí dejar atrás las tinieblas que alguna vez ensombrecieron mi vida y he aprendido a vivir con las ausencias de amor.
A veces tengo bajones, ¿y quién no? Pero ya no me quedo sentado lamentándome. Me hacen falta muy pocas cosas, pero tú eres una de esas cosas que me hacen falta para estar más cerca del rosa.
¿Sabes una cosa? No sé por qué tenía la ilusión de que me felicitaras por mi cumpleaños, aunque de alguna manera pensaba que no sería, y no fue. Siempre creí que no estábamos hechos el uno para el otro, pero eso no fue motivo para no enamorarme. Nuestros mundos son distintos y nuestra percepción de la vida también. Casi tenemos más cosas en discrepancia que en común, pero no pude evitar enamorarme y por eso ahora no puedo evitar añorarte.
Y ya he vuelto al tema de siempre, en el que dije que no iba a caer. Así que prefiero terminar aquí mis palabras de desahogo y marcharme ya a dormir.
Buenas noches, lanzo al vacío.
Si a bien tienes responder,
hazlo esta noche en mis sueños
que no me desvelaré.
Busca el modo de envolverme
en el manto del amor
que yo le diré a Morfeo
si tiene a bien hacer un favor:
cuando entres en mis sueños
me lleve a tu corazón.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Vientos de otoño.

He ido convenciéndome día a día, o intentándolo, de que poco a poco abandonas mis pensamientos y mi corazón. El tiempo parecía ser juez y dictar una sentencia en la que obligaba al destierro a esa nostalgia que desde hace tanto ha envuelto mi vida. Y parecía que la razón la llevabas tú cuando me decías que tardara más o menos acabaría por suceder.
Ultimamente así he pensado yo, quizás sabiendo cómo esquivar tu ausencia llenando mi tiempo con mis proyectos y mis cosas.
Hoy ya no sé si lo que echo de menos es a ti o al sentimiento que albergaba cuando aparecías y me acompañabas, pero ni has abandonado mi memoria ni mi corazón. Quizás has representado lo que siempre deseé encontrar en una mujer, la belleza, la inteligencia, la comedia, pero sobre todo la amistad, el tener completa confianza al estar con alguien sin pensar siquiera lo que ese alguien pueda opinar sobre un acto, pensamiento o conducta propio, sin creer siquiera que uno va a ser juzgado.
Yo no he elegido mi soledad, pero me veo obligado a navegar en ella por mi carácter y personalidad, y porque has puesto el listón demasiado alto, o quizás haya sido yo. Hoy más que nunca estoy convencido de que te he idealizado de manera suprema al no tenerte, al haber estado tanto tiempo respirando tu recuerdo e imaginando imposibles, y por ello tal vez te hayas convertido sin quererlo en un muro que nadie puede franquear para llegar a mí.
Quién podría parecerse a ti, si habitabas en mis pensamientos aún antes de conocerte y los ocupas después de haberte ido...
Sigo vagando con la vista muchas noches por ese cielo salpicado de titilantes estrellas, improvisando conversaciones que comparto contigo, escribiendo un guión donde tú también me hablas, y en definitiva no dejándote escapar de mi interior. Y aún recuerdo la primera vez que hablé contigo, el inicio de algo que ha marcado de manera impensable mi vida y sin arrepentirme de ninguno de los momentos que hubo, casi todos buenos, salvo el final.
Dicen que todo tiene un principio y un fin, y quizás sea verdad. Quizás un día llegue el momento en el que abandones mi espíritu y encuentre otros caminos que patear y otros parajes que vislumbrar, pero aún a pesar de las sensaciones que tengo últimamente, creo que ese fin sigue estando lejos, porque aún creyendo que esa llama podía estar apagándose, ni un sólo día he dejado de pensar en ti, y eso no creo que signifique un "se acabó".
Hoy ya no te cuento más, porque debería ir a dormir, pero me apetecía hablarte un poco y pensar que me leerás.
Hasta pronto, mi pequeña estrella.