miércoles, 26 de enero de 2011

Días de recuerdos.

Respiro acariciando con mi aliento el cristal de una ventana que no me devuelve reflejo alguno en esta noche clara y fría.
Un cielo bajo cero salpica de estrellas lo que mis ojos alcanzan a ver, dispuestas a despertar luces y sombras en mi imaginación.
De fondo James Blunt se despide con un "Goodbye my lover", y mi memoria atrasa el tiempo ya vivido devolviendome a aquel amargo día en el que yo también decía adiós. Dos años y dos meses marcados en la pared de mi celda, en la cárcel de los recueros, arañados de esta existencia tan vacía sin tu amor.
El tiempo no se ha detenido en su inexorable avance y yo no he amagado siquiera con seguirle el paso. Me quedé anclado en aquel presente, hoy ya pasado, en el que el amor estaba permitido, y todas las frases que nos dedicábamos acababan salpicándonos de sueños hermosos y caricias venideras, tan esperadas entonces como hoy imposibles.
No estoy triste, aunque tampoco sea feliz, pero añoro aquellos días en los que tu presencia era un regalo, y las sonrisas que brindabas tras tus labios alimento para mi alma, impregnándome de dicha. Sembraste una semilla que sin apenas cuidados germinó y dió su fruto, fruto que quedó para siempre en mí.
Ojalá tu amor hubiera sido tan fuerte y poderoso como el mío, y tu felicidad hubieras de encontrarla junto a mí, pero ese premio ya no me corresponde y me quedará envidiar a quien logre hacerte sentir como tú me haces sentir a mí. Pero mi envidia no tendrá malicia ninguna, porque en mi deseo está que alcances tu felicidad, aunque ya no sea junto a mí.
No sé si algún día encontraré a alguien que se acerque a hacerme sentir como tú me has hecho sentir, aunque casi es seguro que quedará lejos de lograrlo. Este amor será único y ya ninguno llegará a ser tan puro y grande, aunque logren acariciarme el corazón, porque este sentimiento perdurará para siempre, porque vive por ti.
Este amor fue, es y será un para siempre a pesar de que acabe silenciado en un mundo interior que una vez fue de dos y ya nadie más podrá compartir.

domingo, 2 de enero de 2011

Un nuevo año...

Hoy regreso a este rincón de las letras, de mis letras, por mis recuerdos. Acaba de terminar un año y como un bebé recién nacido otro está ya en su cuna, creciendo deprisa, y se hará mayor sin que apenas nos demos cuenta de ello.
No hay propósitos que realizar ni fantasías para culminar en este nuevo año. Mi vida seguirá por sus mismos cauces y en uno de esos cauces se mantendrá el recuerdo de esa mujer hermosa de la que un día me enamoré, con su largo y dorado cabello, como hilos perfectos de un oro inalcanzable, un tesoro escondido en alguna remota isla de piratas. Y con un rostro que lleva mi imaginación hacia el Olimpo de los dioses griegos, porque tal hermosura sólo podría corresponder a una deidad olímpica, y sin duda despertaría la envidia de las otras deidades femeninas. Pero es una mujer, una bella y admirable mujer que pasó por mi vida y dejó una huella imborrable ya, que aún siendo inalcanzable e imposible, sigue presente en mi cabeza, en mi corazón y en mi alma.
Yo no sé vivir sin amarla, y es que es tal la admiración que tengo por su ser que nunca encontraré en nadie lo que un día hallé ante su presencia.
¡Cuánto te quiero, mi pequeña estrella!