domingo, 2 de enero de 2011

Un nuevo año...

Hoy regreso a este rincón de las letras, de mis letras, por mis recuerdos. Acaba de terminar un año y como un bebé recién nacido otro está ya en su cuna, creciendo deprisa, y se hará mayor sin que apenas nos demos cuenta de ello.
No hay propósitos que realizar ni fantasías para culminar en este nuevo año. Mi vida seguirá por sus mismos cauces y en uno de esos cauces se mantendrá el recuerdo de esa mujer hermosa de la que un día me enamoré, con su largo y dorado cabello, como hilos perfectos de un oro inalcanzable, un tesoro escondido en alguna remota isla de piratas. Y con un rostro que lleva mi imaginación hacia el Olimpo de los dioses griegos, porque tal hermosura sólo podría corresponder a una deidad olímpica, y sin duda despertaría la envidia de las otras deidades femeninas. Pero es una mujer, una bella y admirable mujer que pasó por mi vida y dejó una huella imborrable ya, que aún siendo inalcanzable e imposible, sigue presente en mi cabeza, en mi corazón y en mi alma.
Yo no sé vivir sin amarla, y es que es tal la admiración que tengo por su ser que nunca encontraré en nadie lo que un día hallé ante su presencia.
¡Cuánto te quiero, mi pequeña estrella!

2 comentarios:

Lola Fontecha dijo...

Gaspar me gustaría hacerte ver que el amor es saber dejar marchar, pero a la vez pensar en ti... Para mi es facil verlo desde el otro lado, pero mi deseo para este 2011 es que por fin TE QUIERAS un poquito...

Gaspar Maluenda dijo...

Gracias, Lola. La verdad es que me quiero, pero no puedo apartarme de mis sentimientos, y a ella la quiero aún más. He aprendido ya a vivir con eso, y quizás no sea lo mejor, pero es así y no voy a hacer nada por cambiarlo. : )