miércoles, 26 de noviembre de 2008

Amores prohibidos.


Hola, Campanilla.


Me he sentado hoy a escribir desde la añoranza y no ya desde la amargura. Me encuentro más tranquilo y parece que he dejado de pisar fango para posar mis pies sobre losa. Poco a poco voy sintiendo que esa tristeza da paso al recuerdo desde una postura sonriente.


Sonrisa lacónica, pero no obstante sonrisa que se dibuja en un rostro ya cansado de esconderse tras un gris manto de pena.


No voy a relegarte a un recuerdo escondido en algún rincón de mi fantasía. Tengo intenciones de crear un altar desde el que adorarte siempre que tenga la necesidad como deidad que un día gobernaste mi destino. Así es como quiero que sea y así ha de ser.


Mi amor se vuelve a guardar en mi interior con la única dedicación a tu memoria y lo que significas. No busco ni pretendo otros mundos con otros corazones porque el mío se rindió a ti aún antes de que existieras. En realidad yo no vivía sin ti, y seguiré sin hacerlo porque a mí me merece la pena mantener vivo esto que siento.


Fuiste, eres y serás mi inspiración, la musa de mis creaciones y actos como persona y como soñador. Fuiste, eres y serás el único amor capaz de mover mundos con una sóla palabra, con una mueca sonriente, con una mirada furtiva. Fuiste, eres y serás todo para mí, Alejandra, y eso no ha cambiado ni lo cambiará la distancia y separación.


Nada te pido y si lo quieres todo te doy, porque yo me entregué a ti en cuerpo y alma y jamás dejaré de pertenecerte, porque pertenezco a mi mundo y ese mundo eres tú.


No importa si ya nunca vuelvo a decir a nadie un "te quiero" que desahogue la enorme cantidad de sensaciones que cada instante nacen dentro de mí, porque hice lo que había de hacer, conseguir que lo supieras.


Ahora ya no tendré el desconsuelo de preguntarme "¿y qué hubiera pasado si le hubiera dicho que la amaba?". Te lo hice saber y me sentí correspondido. Eso es lo que guardo para mí, y por ello disfrutaré del recuerdo del único ser al que pude entregarle por completo mi amor.


Lo que yo te quiero jamás podré regalárselo a ningún otro corazón, y fui feliz en ese amor. Por eso nunca podré dejar de amarte.

No hay comentarios: