domingo, 23 de noviembre de 2008

Otro día que pasa.


Vuelvo a estar aquí por necesidad, por esa agónica carencia de tu compañía. No me atrevo ya a acercarme a ti y el único modo que encuentro es desahogarme entre palabras desde este lugar al que posiblemente nunca llegues.





Escucho música que me trae imágenes de una hermosa historia que algún día escribimos juntos y de la que hoy sólo queda el recuerdo, vivo, muy vivo en mí.





Te veo desde lejos sonriendo y me alegro por ti; deseo tu felicidad completa y tristemente sé que no pasa por tenerme en tu corazón, pero a pesar de lo que me pueda doler quiero que llenes tu corazón de dicha.





Algún día, seguramente, seré capaz de dar media vuelta y dejar por fin que sólo quede el recuerdo sin una esperanza a la que aferrarme de esta manera, pero aún tardará en llegar ese momento.





Te quiero, mi pequeña estrella, y añoro cuantos cuentos escribimos sin palabras, tan sólo soñando tú en tu lecho y yo en el mío, en una distancia que desaparecía para unirnos como amantes sin complejo ni etiquetas.





Hoy ya no queda ni el sueño de que vuelvas algún día, pero seguiré instalado en este amor que perdurará en el tiempo.

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