lunes, 17 de noviembre de 2008

Por siempre jamás.


Me empiezo a separar de ti. Supongo que es lo mejor para ambos. Tú no deseas lo que un día soñamos y yo no deseo otra cosa que tu amor. Ya no podemos seguir con una misma ilusión, y la mía eres tú.

He terminado por darme cuenta de que esperar seguramente no me devuelva tu compañía, pero yo seguiré acurrucado en mi sueño "esperando" que un día vuelvas, aunque sé que si desaparezco hoy de tu vida ya no habrá jamás un mañana.


No quiero hacerte daño y por eso callo lo que siento, pero es demasiado duro, incluso para mí, silenciar un corazón que se acostumbró a gritar su amor. No sé cómo podré superar tu ausencia y mi carencia, pero eso es lo que menos me importa.


Ya no tiene sentido nada en mi vida; se ha instalado un vacío absoluto donde nada importa ni nada hay. Si mañana no hubiera latidos en mi corazón no sucedería nada: no me importaría. Yo no sé vivir una vida donde no hay esperanzas ni ilusiones. Quizás tú eras la última.


Hoy aguanto el llanto, tal vez porque ese vacío haya arrastrado también consigo las últimas lágrimas que me quedaban, pero no se ha querido llevar la amargura que me ha dejado tu adiós.


Soy un ser carente de expresión, aislado de sí mismo, esperando paciente que la nada se apodere por completo de su alma.


Es doloroso haber conocido el verdadero amor y verle partir sin poder despedirlo siquiera. Aún hay momentos en los que me aferro a la idea de que quizás todo esto vuelva a ser, tú seas mi pequeña estrella y yo tu Peter Pan, pero cada vez son más efímeros. Supongo que por una vez la racionalidad está pudiendo a mi fantasía.


Siempre fuiste quien yo esperaba, y cuando te hallé supe que no habría nadie más. Ahora comprendo que lo que me resta de vida sólo la podré compartir con la soledad, si no es contigo, porque voy a impregnarme de tu recuerdo y cada anochecer, al acostarme, y cada amanecer, al despertarme, pensaré un beso para ti, desearé una sonrisa de tu boca y el sonido de tu voz, y con esa añorante amargura viviré por siempre jamás.


Te quiero, Alejandra. Recuérdalo al menos alguna vez, cuando ya no esté.

1 comentario:

Satine dijo...

Me siento tan identificada contigo, aunque en mi historia cambien algunos detalles, y creo que, aunque pase el tiempo, voy a seguir como tú, sin olvidar... Te encontré por casualidad y he comenzado a leerte desde el principio y esta entrada es casi como yo me siento y por eso me he decidido a escribir ahora (aunque había pensado hacerlo cuando leyera todo en unos días). La verdad que tampoco sé qué más decirte, así que ¡un saludo!

P.D. no leas mi blog, me da hasta vergüenza, pero tampoco quiero borrarlo, hacía mucho que no me metía y ahora la situación es bien distinta, aunque quizá lo retome y publique alguna entrada, no sé.