martes, 25 de noviembre de 2008

A pesar del dolor, lucho por ti.


Buenos días, mi pequeña estrella.


Anoche volvimos a hablar, y la verdad, me siento tan reconfortado cuando estoy contigo que los días que no te tengo sufro aún más ese vacío que se ha instalado en mi interior.


Vuelvo a darme cuenta una vez más de que quieres alejarme de tu vida en cuanto a lo que sentimiento se refiere.


Sé que aún sientes por mí algo, no sé si muy fuerte o no, pero también veo que deseas no sentirlo y que no quieres volver a encender esa llama que en realidad es muy posible que aún no se haya extinguido.


No sé si decir que "sé", al menos es lo que parece, que buscas frases para hacerme saber que aún me llevas dentro sin tener que decirlo directamente. Creo que deseas que no olvide que en tu corazón hay parte de mí y me lo indicas con esos "jeroglíficos" de los que hablábamos anoche. Quizás es un pensamiento que nace en mí simplemente, porque yo sí busco el modo de que sepas que aún te quiero, de que no lo olvides, de que recuerdes que siempre estaré para ti aunque tenga que esperar una eternidad.


Tienes miedo a enamorarte de mí porque no quieres sufrir y yo tengo miedo a no poder hacerte feliz. Como te dije ayer, mientras yo esté tan cerca de ti te estaré poniendo difícil el que puedas olvidarme, aunque con lo cabezota que eres seguramente lo consigas, pero si te soy sincero voy a hacer todo lo posible por que no ocurra. Y el único modo de luchar por ello es siendo yo mismo, sin más.


Dejé de serlo cuando deseé que fueras real. Ahora es cuando he comprendido que nunca dejarás de ser un sueño; incluso si un día mis manos pudieran posarse sobre tu piel, seguirías siendo el sueño que tanto tiempo vivió dentro de mis fantasías.


Hoy estoy cumpliendo penitencia por ese error y si te soy sincero no sé qué puede ser más doloroso, saber que no me quieres o ver que lo que intentas es no quererme.


Sé que te hice daño, Alejandra, y bien sabe el Cielo que jamás fue mi intención, pues lo único que deseo es tu dicha, pero desde aquí te pido perdón no ya sólo por ese error, sino porque no voy a permitir que te sea sencillo olvidarme mientras tú me dejes acercarme a ti.


Tendré días muy duros, lo sé, y voy a sufrir demasiado que podrá ser en extremo si al final logras tu propósico. Sé que cada día será un día de padecimiento por buscar lo que quizás ya es imposible, pero no voy a dejar de luchar por ti sin más armas que mi propio ser y condición. Si alguna vez te enamoraste de mí, y si queda el poso de cuanto hermoso vivimos, no voy a adolecer de pereza a la hora de luchar por ti. Quizás me haga demasiado incordiante y eso te ayude a lograr tu propósito, pero no puedo quedarme sentado viendo cómo te alejas de mí.


Te amo, Campanilla, y lucharé por tu amor.


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