sábado, 29 de noviembre de 2008

Será que aún te amo.


Qué lejanos me quedan aquellos días en los que me preguntabas si te quería un poquito. Los momentos en los que me decías "si te estaba", aquel tiempo en el que te morías por saber lo que sentía.

Hoy sólo queda el eco del recuerdo de lo que una vez quisiste escuchar, o leer, o sentir.

Sigo llevando dentro todo el amor que creaste en mí, como una liviana y hermosa carga de la que no deseo desprenderme, y paso a paso voy sintiendo que este amor que vas dejando atrás sigue incrustado en mí como fuente de vida, como un manjar que alimenta sueños vanos, ya imposibles, pero anhelados.

Amar sin ser correspondido es el pequeño infierno en el que me toca ahora vagar, pero no me importa. Aunque mis pies caminan por el igneo suelo de tan tétrico lugar mis ojos sólo ven el paraíso de un alma tan deseada como la tuya.

Yo no soy cazador de almas, pero ojalá hubiera podido hacerme con la tuya y retenerla a mi lado. Los castillos que alcé en el aire no se han derrumbado aún, y es muy posible que permanezcan ya siempre alzados en el cielo, al capricho de los vientos cambiantes, pero siempre firmes y fuertes, porque el lazo que une mi corazón con tu recuerdo es irrompible.

Caminábamos por una estrecha cornisa y sabíamos que en cualquier momento alguno de los dos podría caer. Y yo caí. Ahora, desde abajo, sigo mirando de lejos tu marcha allá en la azotea y me conformo cada vez con menos hasta el día que desaparezcas por completo y no tenga esa pequeña limosna que me queda hoy al hablar de vez en cuando contigo.

Para un corazón que ama el silencio de su sentimiento es el peor de los martirios, y más cuando hubo un tiempo en el que el otro corazón le pedía escucharlo. Hoy he de callar y disfrutar con lo que me regalas a veces, porque aunque no tenga ya derecho a revelar mi amor no dejo de quererte, y el simple hecho de sentir tu presencia me da un pequeño respiro.

Hace un tiempo tenía miedo a que dejaras de quererme y hoy el miedo es a que te vayas para siempre, pero la vida toma y deja a su antojo y a mí me tocó coger y ahora dejar, y así tus pasos seguirán divergentes ya a los míos hasta que en un horizonte abstracto sólo vislumbre lejanas huellas casi borradas.

Hoy te añoro demasiado. Será porque te amo.

No hay comentarios: