miércoles, 12 de noviembre de 2008

Sigo buscando, mi pequeña estrella.




No puedo dejar de pensar en la felicidad que vivía cuando una palabra tuya se descolgaba por mis sentidos hasta hacerme estallar el corazón en fantasía infinita.


No puedo dejar de decir "te quiero", aunque sea en el silencio de mi soledad, porque tú ya no quieres saberlo.


Sí, mi pequeña estrella; nunca he dejado de amarte a pesar de la distancia, a pesar de esta tristeza que embarga mi corazón.


Quizás mi vida era un sinsentido ordenado porque estabas tú, pero ahora, sin tu presencia emocional, sin tu compañía enamorada, ya no hay orden ni concierto. Todo es caos y espesura.


No me escucharás decirlo, pero no puedes evitar que mi corazón siga sintiendo delirantes emociones con la esperanza inmortal, aunque vana, de que mis brazos te rodeen, que tus labios se empapen de los míos y dejes que mi mirada se ahogue en el fondo de tus ojos.


Echo de menos nuestras bromas, tu sonrisa, las canciones que tantas veces nos llevaron a la luna, esa luna que hoy se alza llena en los cielos, la que tantas veces compartimos con fantasías de adolescentes, una adolescencia que ya nos queda muy lejana, pero de la que nunca saldré del todo.


Sí, Alejandra; te quiero, y te quiero porque tú has hecho de mí un alma enamorada, dependiente del cariño con el que tantas veces me abrigaste en mis momentos bajos sin que tú supieras que lo hacías.


Te echaré de menos, pero jamás dejaré de amarte.

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