viernes, 14 de noviembre de 2008

Esperando hasta la eternidad.


Aquí estoy de nuevo, abriendo el torrente de palabras provocado por las horas que paso pensando en ti.

Mientras escucho música, letras de canciones hirientes en un corazón lacerado, mis fantasías viajan al recuerdo de cualquier día perdido en el tiempo, un tiempo que contigo nunca existía, que parecía detenerse cada vez que tus palabras surcaban los caminos de mis sentidos.


Recuerdos perennes que jamás borrará la lluvia de unos ojos ya áridos, agotados de llenar mares de pena con un diluvio de tristeza.


Cuanto he llegado a quererte es algo que sólo yo sé, y aunque quisiera explicarlo en estos pequeños fragmentos de mis fantasías, no describiría la grandeza de lo que en realidad es. No hay palabras ni gestos que puedan descubrir tamaño sentimiento hacia ti.


He sido el que más ha perdido con este adiós al que no me resigno, porque con tu partida lo he perdido todo en realidad. Supongo que por eso me obligo a agarrarme a cualquier señal a la que en seguida me encargo de darle el significado apropiado para animar mis esperanzas, aunque no tenga nada que ver con la realidad, una realidad que no quiero asimilar.


Puede que mi vida se esté perdiendo en una locura irracional por la búsqueda de algo que ya nunca existirá, pero es la única manera de que siga viviendo sin ser un completo autómata sin sentido ni razón.


Perdóname si no dejo de amarte ni de pensar en ti, pero para mí no podrá haber otro amor que no seas tú, y me encargaré de recordármelo cada día de aquí a la eternidad.

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