lunes, 1 de diciembre de 2008

Un pasado que perdura.



La añoranza es una sensación dulce con un gusto amargo.

Te echo de menos, Alejandra. Pienso mucho en ti y aún sigo imaginando escenas que me hubiera gustado compartir contigo. Trato de mantener viva la ilusión de algo que ya no es, pero qué importa. Sin ti la vida es demasiado aburrida y vacía. Quizás alguna vez nos enfadábamos, y quién no lo hace, pero era tan especial, es tan especial lo que siento y vivo por ti que se creó una dependencia; "Alejandradependencia".

Estos últimos días te has movido sin cesar por cada uno de mis pensamientos. Si supieras lo mucho que me gustaría poder sentirme abrazado por ti, acurrucarme en tu regazo y respirar ese aire de paz que existía cuando me dejabas amarte a viva voz, pero el silencio cava hoyos donde enterrar falsas esperanzas que nacen y al momento casi mueren.

Sin embargo no dejo de fantasear con la fútil ilusión de que volverás a desear mis "te quiero" como sucedía antes y volaremos de la mano a sueños sólo realizables en mi luna, juntos los dos.

Sé que tú no quieres y buscas el modo de ir apagando esa llama que un día prendió en tu corazón, pero yo busco precisamente todo lo contrario, mantener en mí muy vivo el recuerdo y con él la necesidad de ti.

¿Bueno o malo? Me da igual. Es lo que yo quiero. Mi amor es demasiado poderoso como para tratar de combatirlo, y además es mi aliado, así que he de alimentarlo cada día, buscando entre fotografías o abriendo de vez en cuando mi cajita de terciopelo azul. ¿Recuerdas lo que guardo en ella? Cada uno de tus suspiros, esos que alguna vez lanzaste al viento cuando me querías.

Quizás hago mal anclándome en un pasado que maduró ya y dejó de dar sus frutos, pero es mi pasado, es mi vida.

Te quiero, mi pequeña estrella, y no voy a dejar de pensar en ti.

No hay comentarios: