jueves, 18 de diciembre de 2008

Alejandra...


Hoy llegué y te busqué, pero no pude encontrarte. En tu ausencia me dediqué a mirar fotografías mientras escuchaba una canción que sólo hizo ahondar más en mi propia tristeza.

Empezaron a descolgarse lágrimas de mis inundados ojos cuando fui pasando las imágenes que de ti tengo, tan hermosa en todas, divertida en algunas, y seria en otras, pero siempre esa belleza de la que tanto se ha empapado mi propio ser.

Estoy ciego cuando intento mirar hacia algún lado que no seas tú pues nada veo. Cómo desearía que volvieras a vivir mis sueños, a escuchar o a leer mis sentimientos. No quiero ni imaginar lo que es no poder amarte, aunque lo esté viviendo, porque me duele. Te quiero tanto, tanto...

Marchito mi propia existencia ahogándome en una añoranza que no desea abandonarme ya. Tu recuerdo es lo que me queda de ti, de este amor que tanto me ha dado y ahora está prohibido. Necesito estos recuerdos porque necesito saber cada día que fui capaz de amar con toda mi alma, a pesar de mis errores, y que ese amor es el único que podrá ser. Cada día pienso en ti, porque quiero mantener en tu recuerdo la ilusión de que nunca se te fue este amor. Prefiero mis mentiras a una cruda realidad, aunque me haga sufrir, porque nunca nadie habrá como tú.

Te tenía en un pedestal y allí me acercaba para poder mirarte, y disfrutar de tanta perfección en un ser vivo y hermoso. Hoy no me alcanzan los ojos por tanta distancia como la que se ha instalado entre nuestros sentimientos, pero seguiré llorando, amando, y sabiendo que tú fuiste la única y serás mi verdadero amor.

Creo que ya desvarío. Supongo que la locura del amor a veces provoca la pérdida de toda cordura, pero mi locura es lo único que me separa de la quietud de una roca, es lo que me dice que el amor existe y puede ser muy poderoso. Tú siempre fuiste mi amor y no dejarás de serlo, lo desees o no.

Ya no podré hacerte mía, ni acariciar esa piel tan deseada, y abandonarme en un abrazo conciliador. Jamás tendré la oportunidad ya de acariciar tus labios con los míos ni ser cómplice de tu mirada con mi mirada, pero mi amor vive en un mundo sin lógica ni razón, y desde él seguiré tus pasos y tus huellas, buceando entre mis recuerdos junto a ti.

Te quiero tanto, Alejandra...

No hay comentarios: