sábado, 20 de diciembre de 2008

Porque vives en mí.


Ahora mismo estoy escuchando música sólo para tenerte conmigo. No quiero oír letras de canciones, sólo melodías que instiguen a mi mente para evocarte una y mil veces.

Recuerdo que antes, cuando hablábamos de nuestros sueños, te decía que yo apenas solía recordarlos, y desgraciadamente todos los que tuviera contigo quedaban guardados en ese lugar donde el subconsciente esconde las fantasías oníricas que todas las noches nos traen. Pero últimamente sueño contigo, y mucho. Recuerdo sólo jirones de imagénes que como nieblas atacadas por el sol pronto acaban disipándose, pero me despierto contigo muy presente en mi cabeza, y eso me hace añorarte aún más.

Hoy hice algo que quizás no entraba dentro de nuestro acuerdo, pero necesitaba que supieras que sigo aquí, que mi amor no ha abandonado esta nave que viaja a la deriva, que no puedo prescindir de ti.

Guardé casi todo lo que quería decirte pero te susurré lo mucho que te echo de menos, aún a riesgo de que pudiera molestarte. Sé que no debo revelarte cuanto siento porque así me lo pediste, pero se me hace difícil callar, Alejandra. Cuando el corazón grita y grita mi voz se desespera por su silencio.

¿Sabes, amor mío? Mi vida es una corriente de sueños que se encadenan, uno tras de otro, para escapar de la realidad. Siempre me sentí fuera de lugar estuviera donde estuviera y la soledad se convirtió en el único campo habitable donde no debía enfrentarme a ningún hábito social ni cultural. En ella no había miedos ni tensiones, aunque suponía carecer de tantas cosas hermosas como nos brinda el tiempo y sus experiencias. Cuando te conocí me sentía realmente a gusto, compenetrado, dichoso. Quizás porque de algún modo conseguí involucrarte en mis sueños, en mis pensamientos, en mi mundo. Contigo no estaba fuera de sitio sino justamente donde debía estar.

Recuerdo una vez, hace ya mucho, que me decías en una de nuestras conversaciones que hay relaciones que se rompen porque una de las partes no se siente lo suficientemente bueno para la otra. Así pensé yo siempre, pues siempre te ví varios escalones por encima de mí. Lo nuestro nunca fue una relación al uso, pero de algún modo fue una relación, y yo dejé escapar al único ser que me hizo descubrir el amor verdadero.

Hoy me siento melancólico, ¿pero sabes una cosa? A pesar de la tristeza que pueda llegar a sentir soy dichoso porque tú estuviste ahí, y de algún modo fuimos dos almas y un sólo corazón lleno de sueños y esperanzas, ilusiones y fantasías, fantasías que un día no supe ver que se apagaban, y tarde me di cuenta del porqué, pero sé que tú estuviste y que a tu modo me amaste.

Siempre serás mi pequeña estrella, pues ninguna otra alcanzará tu brillo en el cielo que pintamos los dos.

Siempre tuyo, Aliss.

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