lunes, 15 de diciembre de 2008

Sigo soñando contigo.


No sé por qué he entrado esta noche aquí. Quizás una fuerza invisible me ha transportado a este pequeño mundo de palabras y desahogos. Estaba escuchando una canción, poco importa cual, y algo me condujo a escribirte una vez más, mi pequeña estrella.

La canción decía algo así como "te perdí"... Supongo que eso fue suficiente para empujarme a añorarte una vez más, un momento más.

Hoy tengo una sensación extraña en el estómago, como si estuviera nervioso por algo, pero ¿por qué? No lo sé.

Anoche te sentía a punto de derrumbar esa pared pero ahora mis ojos vuelven a la realidad y se encuentran frente a ese muro inaccesible. Soy un iluso, lo sé, pero me gusta imaginarte como siempre, amante y amada, cercana y accesible.

Me resulta gratificante engañarme continuamente. ¿Qué pasaría si me contara la verdad y procurara creerla? La verdad es que no lo sé, pero no deseo saberlo, me asusta. He pensado en qué sería si de pronto un día me dijeras que no volveremos a hablar, que abrieras un abismo entre tú y yo. Sé que en cualquier momento podría ocurrir, pero ¿qué sucedería conmigo? Quién sabe. Sin embargo por muchas razones sería muy, muy duro, y aún así imposible dejar de amarte.

Te quiero, Alejandra, por más que te empeñes en que deje de hacerlo te quiero, y sentir de otro modo es imposible.

Cuánto vacío puede haber en un corazón por mucho amor que sea capaz de dar. Y ni siquiera sé qué soy capaz de dar. Nunca he sido la mejor compañía para nadie, y mucho menos capaz de amar más allá de mis sueños, pero jamás había descubierto en un ser real el sueño con el que vestía mis pensamientos más secretos. Cómo contarte quién eres y que tú lo entiendas. Porque nunca has llegado a comprenderlo y nunca he sabido explicarlo.

La vida trae, deja y se lleva de todo, pero las fantasías son capaces de luchar contra esa vida que arrastra los días, uno tras otro, y yo me aferro a mis propias ilusiones, no muchas, pero sí poderosas. Por eso, los días en los que descubro que estoy abrazando imágenes irreales ajenas a mi propia existencia el cielo se oscurece y la noche se desprende de todas sus estrellas. Y necesito cerrar mis ojos y ocultarme a mi vida, y esperar un nuevo amanecer para descubrirme de nuevo buceando en los sueños.

Yo no sé vivir, porque me aferro a fantasías irreales, pero esa es mi vida, y esa vida sí he aprendido a vivirla por completo.

Tú eres el mejor de mis sueños, Alejandra, sólo tú.