miércoles, 10 de diciembre de 2008

Loco por ti, para siempre.


De nuevo despertó el día, y lo hizo bajo una fina sábana nívea cubriendo la mañana. Pero pronto el cielo se abrió a los brazos de un sol radiante.

Aún con el dorado astro el frío atenazaba los sentidos con un gélido clima propio de esta época. Sin embargo mi cuerpo se muestra insensible a esa temperatura exterior, tan helado como se encuentra por dentro.


Un amor prohibido que no deja de existir es suficiente hielo para formar glaciares y continentes transparentemente helados y fríos, y ese sólido elemento que en el interior de los humanos se torna en espiritual se ve derretido cada vez que una palabra tuya busca mi atención, cada vez que una palabra mía es recogida por ti.


Sabes que te quiero; sé que lo sabes aunque evitas leerlo. Yo trato de cumplir con tus deseos, pero no es fácil. Mi mente recorre de continuo tu presencia pensada y sólo dibujo sentimientos amatorios. Busco el modo de confesar mis anhelos hacia ti, mi necesidad de palabras sentimentales, pero al momento me doy cuenta de que son leyes prohibidas y desconozco el castigo punitivo que podría sufrir, así que callo y bajo la mirada avergonzado por tratar de hacer algo que no quieres. Pero a veces una frase se cuela entre los barrotes de mi celda y está a punto de escapar de esta cárcel de silencios, mas algún celador le cierra finalmente el paso cuando allá en la puerta exterior ya vislumbra la libertad.


Es tal la necesidad de ti que tengo, el deseo de volver a hacerte mía entre sueños compartidos, buscar que sonrías conmigo, y que me quieras amar...


Que me quieras amar: qué sé yo de tus deseos, si como un egoista busco dar libertad a los míos. Hubiera querido ser tu perfecto complemento, la mitad que te hiciera completa, una gota que llenara tu vaso. Pero seguramente tú ya eras completa, sin necesidad de complementos ni cabida en un vaso ya colmado. Quise creer que me necesitabas como me sucede a mí contigo sin darme cuenta de que tú estabas a gusto conmigo, pero lo estabas también sin mí. Tu felicidad nunca pasó por tenerme como fantasía, aunque te pudiera ayudar a ser un poco más dichosa, y al final logré romper parte de esa dicha que tú poseías.


No conseguí ser tu complemento perfecto, y no era necesaria una mitad para un ser tan entero como tú. Y lo peor no es que no colmara tu vaso, sino que derramé el contenido.


Perdóname por todo ello, pero más perdóname porque para mí sí eres todo eso que quizás nunca fui yo para ti, y por ello no puedo dejar de amarte en la distancia cruel de palabras quedas o mudas que han de ocultarse tras una máscara de normalidad.


Sé que escribo como un demente obsesionado por un amor pero... Es que soy un demente obsesionado por un amor, por tu amor.


Loco por ti, para siempre.

No hay comentarios: