jueves, 1 de enero de 2009

Un nuevo año, un viejo amor.


Ya quedó atrás el último día del año, con sus penas y alegrías, sus recuerdos y esperanzas. Hoy abordamos un nuevo amanecer de un año diferente, el día primero de una esperanza que irá marchitándose jornada a jornada hasta que la rutina de nuevo se instale cómodamente en nuestras vidas.

Pero al menos habremos imaginado por un breve tiempo que todo será mejor, que esta vez, sí, alcanzaremos metas tanto tiempo deseadas.

Yo no pienso en esas metas, no las tengo, pero sí en la continuidad de un sentimiento que se mece entre notas musicales que pacientemente dejo introducirse en mis sentidos para acariciar tu ilusoria presencia y rozar esa piel inalcanzable que tantas veces he ansiado.

Hoy es un día más para quererte, Alejandra, para pensar que mi corazón vive porque tú vives en mí. Colmo de ilusiones mi voz silenciosa para amarte en un murmurio callado deseando que ojalá todo lo que llegue a tu vida tenga el color del sol en primavera, y el aroma de cualquier jardín cuando las flores se abren al mundo.

Sólo quiero que tu vida se traslade por paseos matutinos de sonrisas impregnadas de alegría y con la conformidad de que en algún instante puntual, quizás sin venir a cuento, un recuerdo tuyo, por efímero que sea, me trasporte a tu mente un instante.

Sólo con que me recuerdes de cuando en cuando ya me conformaré, aunque nunca sepa que por un momento volví a caminar por tus pensamientos.

Hoy, como ayer y como sucederá mañana, sé que tú eres a quien yo tengo el deber de amar para no ser desdichado.

Quizás este amor ya nunca me haga feliz, pero si no te amara mi vida deambularía por los valles de la infelicidad.

Un nuevo año, un viejo amor.

Te quiero, mi pequeña estrella; te quiero, mi gran amor.

No hay comentarios: