martes, 20 de enero de 2009

De nuevo te busco...


Permanezco sentado, enfrentado de nuevo a este monitor en blanco, fiel escudero de mis desvaríos emotivos. Trato de dejar que los sentimientos fluyan por sí mismos, sin querer decir nada y diciéndolo todo.

Ni un gesto en el que descolgar añoranza; ninguna mirada donde reflejar un casi presente pasado en el que éramos uno, enlazados nuestros sueños, arullados los corazones con tiernas palabras dedicadas a un amor que pareciendo imposible creía eterno.

Las hojas cayeron, el invierno amaneció sobre este amor y enfrío la lujuriosa fantasía que abrigaba nuestros encuentros. Mientras tanto yo me ahogué en un mar de amargura del que no podía salir, pero al final alcancé la superficie y no encontré nada en ella. Tú, siempre tú, sigues siendo mi presente, mi añorante esperanza por más que te alejes de mí. Todo cambió y nada ha variado, amor mío; nada ha variado.

Sé que persigues tu libertad sentimental y que yo no soy más que un obstáculo que se interpone en tus deseos, pero sin querer contrariar tu voluntad no puedo rechazar los dictados de la mía, pues yo te amo, te amé y te amaré.

Es probable, más que probable posible, y más que posible seguro, que un día tu vida esté apartada por completo de la mía, que mis palabras no recalen en tu conciencia ni tus recuerdos persigan mi presencia. Yo seguiré sentado frente a un horizonte de imágenes guardadas acompañadas de melodías traicioneras, y de vez en cuando abriré mi cajita de terciopelo azul para escuchar algún suspiro de los que mantengo prisioneros con mimo y cuidado, esos que te robaba cuando salían de tu corazón.

Sé que la soledad será mi más fiel escudera y así me proveerá de todas esas añorantes ensoñaciones para no olvidarme jamás de que un día el amor llamó a mi puerta, y al abrirla encontré un ser increible de presencia y razón, una mujer por la que merecía la pena amar y luchar, alguien con quien volar a mundos imposibles de sueños irreales. La dama de mi vida, el amor de mi corazón.

Un día aprendí a amarte. Al otro te conocí. Hoy ya no puedo olvidarte.

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