viernes, 3 de abril de 2009

Un sueño que contar.


Mi voz enmudecía cuando apareciste frente a mí, como una diosa imposible, un ser sobrenatural de grandiosa hermosura helénica llegada del Olimpo.

Incrédulo, buscaba señales que me indicaran si imaginaba o aquello era real, pero no había nada; sólo existías tú.

Me sonreías; me sonreías con una dulzura que jamás había disfrutado en nadie antes, y de manera inconsciente alcé mis manos pecadoras hacia tu divino rostro y te retiré esas gafas de sol que separaban tus ojos de mi mirada; al quedar al descubierto me vi perdido en el laberinto de unas pupilas que como celdas me habían hecho prisionero. Mi voz seguía enmudecida y mis sentidos paralizados de la emoción, y tú, con una sonrisa perenne volviste a ocultar tus ojos y me preguntaste si ya había visto lo que quería; lo que quiero hace mucho que lo ví, te respondí.

Por fin de mi garganta surgieron palabras, y ahora se atropellaban queriendo salir todas a la vez, libres por fin, con el paisaje de tu hermosura celestial como musa de cada letra que pudiera pronunciar. Pero a pesar de todo cuanto quería decirte, lo único que brotó fue "te quiero".

No dijiste nada; mantenías esa sedante sonrisa mientras mi corazón se desbocaba como un potro libertino en la más verde pradera. Entonces me cogiste una mano entre las tuyas y me pediste un favor; "cierra tus ojos y déjate llevar donde tú quieras, como tú sabes". Y lo hice, y tus labios, sin permiso previo, se posaron en los míos en el más cálido ósculo que un ser haya podido jamás disfrutar. Abrí mis párpados y me encontré a oscuras, en mi alcoba, tumbado sobre un colchón solitario, y envuelto entre sábanas acogedoras, sin ti.

Jamás debí haber abierto mis ojos, porque ese sueño eras tú.

Vuelve a mí cada vez que mis ojos sucumban ante Morfeo, que te necesito como el aire que respiro, y no quiero que te vayas de mi lado. Y si entre ilusas imaginaciones noctámbulas, o diurnas, he de sentirte y entregarme, así lo haré, mi pequeña estrella, porque tú, con tu pícara presencia, eres la luz de mi vida.

Te quiero, Amor, te quiero.

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