domingo, 12 de abril de 2009

Aunque tú no lo quieras...


Camino perdido entre la gente, bordeando la arena de una playa cualquiera acariciada por las primeras sombras de la noche. Camino sin mirar a ninguna parte, pendiente de mis propios pensamientos que dedico a ti. Llego hasta el final de una playa donde ya no queda nadie a mi alrededor y desvío la mirada viajera hacia unas estrellas nacientes en un cielo oscuro, cada vez más hermoso.

Un acantilado se va desdibujando frente a mis ojos y con una inconsciente decisión decido subir por una escarpada senda oculta en la oscuridad noctámbula. Llego a un saliente y allí me quedo sentado, gobernando sobre las luces de una ciudad que va perdiendo su actividad . Bajo mis pies las olas repiten su cántico al acariciar con sus brazos de espuma las pétreas rocas de mi trono, y allí, por fin, me acerco a ti, o te traigo a mí. El tiempo ha estado jugando cada vez más en mi contra y mi demente locura me hace buscar entre ilusas fantasías tu presencia tan vital para este aprendiz de brujo, incapaz de encontrar el hechizo que te enamore de mí sin condición.

Así que sigo aquí, mirando al cielo, tumbado sobre un lecho rocoso admirando a mi amiga la luna que hoy me sonríe sabiendo que pienso en ti.

Yo también le sonrío, y comienzo a hablarle, a hablarle de mi pequeña estrella, de esa mujer que ha escrito el más extenso párrafo de amor en la novela de mi vida, un amor que quiere hacer imposible, y que tal vez lo es. La luna calla, y escucha, y le digo que a pesar de todo, incluso a pesar de ti, yo vivo para poder amarte, para sucumbir a la libertad de sentir un cariño que va más allá del propio amor. Y le cuento que a pesar de todo, incluso a pesar de ti, abarcaré todo el mundo de mis sueños en la conquista de ese amor que me niegas en un orbe real.

Mis fantasías se van convirtiendo en mi más sincera realidad y si he de enloquecer, amén, porque la locura sería luchar por no amar. Huye de mí si tanto miedo me tienes; abandona parte de tus sueños si cercenan tu visión de la libertad, pero no esperes que yo cambie mi corazón ni mi sentir. No resonará en tu conciencia ni lo pretendo abandonar tus sueños, mis sueños, pero sí quiero que recuerdes que quien en la demencia esto escribe te empezó a amar mucho antes de que tú supieras de él, y no necesitaba más que su propia decisión. Esa decisión sigue intacta y seguiré amando aunque desees que no sea.

Sigo en mi trono imaginado, sobre un mar dibujado en mi mente, con una luna que pinta sus colores dentro de mis fantasías, pero es mi mundo, mi verdad, y en esa verdad te quiero, Alejandra, lo aceptes o no.

No hay comentarios: