domingo, 4 de octubre de 2009

La eternidad de un amor verdadero.


No dejo de pensar en ti: qué harás, qué habitará en tu mente, dónde estarás...

Siento un vacío pensando en que esa compañía tuya ya no me acompaña. Las canciones se vuelven melancólicas y hoy, tan ocioso mi tiempo de repente, tengo demasiado para poder mover mi mente y me encuentro contigo en mi cabeza.

El amor nunca ha sido mi fuerte. Tú eres la habitante única de un corazón enamorado que siente que nada vale la pena si tú no estás.

Quizás sea el otoño, quizás tu ausencia, quizás todo, pero me siento triste y gris como un día de lluvia cuando ya las hojas abandonaron su árbol y cambiaron su verde por un descolorido marrón amarillento. Estoy apagado aunque actúo como un gran actor ante el público que busca mi eterno buen humor: no es fácil. Cada vez me hago más a la idea de la soledad que me va abrazando y contra la que no lucharé. De qué me sirve escalar montañas si tú no estás en la cima. Para qué surcar océanos de fantasías si no vas a navegar en mi navío. De poco vale volar hacia una luna huérfana de tu presencia.

Hacía mucho que no me sentía así, pero hoy estoy triste, y aunque quiero no soy capaz de llorar, de desahogar en un manantial de lágrimas esta amargura que me acaricia.

Sigo sabiendo de mi amor y de la imposibilidad de borrarlo de mi alma, y para serte sincero, aunque en mi mano estuviera "desenamorarme" tampoco querría. Continuaré siendo fiel a este cariño infinito que germinó con tu aparición y que tu simple compañía se encargó de alimentar.

Me voy. Y por fin cerraré mis ojos en otra noche sin ti tratando de desaparecer por unas horas de esta vida apagada en tu ausencia y mañana, al despertar, quién sabe...

Buenas noches, sueño eterno, tan eterno como mi amor por ti.

No hay comentarios: