jueves, 29 de octubre de 2009

Hoy mis palabras son de añoranza.


Te miro en silencio, dibujada en una fotografía, tu rostro serio salpicado por la luz de un sol que anuncia el final del estío.

Te miro tratando de no pensar en nada, perdido en esa belleza femenina que tantos motivos han dado a mi corazón para amarte. Sonrío melancólico recordando cuando alguna vez me declarabas tu amor, acobardada por lo que esas palabras significaban. Sonrío acallando el presente que te ausenta de mí, volcando mis pensamientos hacia una realidad que ahora parece fue sólo un espejismo.

Sigo prendado de tu hermosura, Alejandra, y de ese carácter que en ocasiones te hacía enfrentarte a mí en discusiones que no nos conducían a ninguna parte y de las que acababas aburrida. Aún vivo enamorado de esa sonrisa que ilumina tu cálido rostro y que ojalá nunca nada pueda apagar.

Te quiero, mi pequeña estrella, aunque la distancia continúe aumentando entre tu corazón y el mío; te quiero aunque tus palabras se vayan convirtiendo en silencios cada vez más longevos, y aunque mis manos ya desistan de rozar tu piel.

Ya no se trata de que siga aferrado a algún tipo de esperanza en pos de creer que todo cambiará y volverás a decirme que me quieres. He perdido la última ilusión que me quedaba, sí, pero con ello no me ha abandonado el amor, este amor que hoy está aún más vivo, a pesar de que hace casi un año ya que el telón se echó. Hoy siento como nunca antes sintiera, y estos últimos días, en la completa ausencia de tus palabras, no sé el porqué, has estado más presente que en cualquier otro momento. No podía apartar mi mente de ti y te sentía realmente cercana, a mi lado, una sensación indescriptible en palabras, como si hubieras entrado dentro de mi cabeza adueñándote por completo de mi mente.

Tal vez nunca ya pueda estar contigo pero siempre vivirás en mí.

No hay comentarios: