jueves, 7 de mayo de 2009

Te dije, te digo, te diré...


Hola, mi pequeña estrella.

Hoy vuelvo a mis letras en busca de una declaración de amor que tanto me cuesta hacer por miedo, ignorancia o qué sé yo.

Vivo en un continuo sueño que proclama el gobierno de un cariño supremo en mi corazón, un amor eterno que mitiga las desdichas de una realidad que cada día desconozco más.

Tu presencia, tu compañía, tus palabras, tu mirada... Tu piel, tus caricias, tu cuerpo, tus deseos, o los míos... Tus silencios, tus sonrisas, tus fantasías, mi nostalgia.

Cuántas cosas imagino en una eufórica ilusión que recubre cada uno de mis pensamientos, casi todos dedicados a ti.

Te quiero, Alejandra, te quiero como jamás supe querer a nadie. He aprendido a amarte después de la ingrata realidad de una despedida jamás planeada, nunca deseada.

He aprendido a amarte a la fuerza, con el lacerante dolor de un adiós que ni es ni deja de ser, ni quiero que sea.

He comprendido que la esencia de mi amor es la esperanza de que tú siempre vivirás dentro de mí aunque un día desaparezcas de mi vida, aunque no quieras de nuevo pisar esa luna donde una vez te ofrecí mi mundo, mi vida, mi ser.

Cada noche en que el cielo se cubre de cientos de estrellas y la luna, esa que siempre quise compartir contigo, asoma creciente, llena o menguante como una reina en un mundo de fantasías, viajo a tu encuentro para recuperar todos los besos que nunca recibí, esos abrazos que jamás circundaron mi piel.

Vivo rodeado de un mundo verdadero que trato de evitar para disfrutar de un mundo mucho más hermoso porque tú habitas en él.

Siempre fuiste real aunque ninguno de los dos supiéramos qué significaba eso. Ahora yo sí que lo sé, aunque no pueda tenerte, pero desde que apareciste hay un antes y un después; el antes no lo recuerdo: el después eres TÚ.

Mi voz no puede acallar lo que siente un corazón tan enamorado como la primera vez que te lo confesé, mientras sonaba una canción de Luis Miguel... No, mi hermoso ángel, no te quiero menos, ni siquiera igual. Cada día es un poco más.

Te dije, te digo y te diré que soy tuyo para siempre porque mi corazón ya no me pertenece; tú eres su dueña.

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