viernes, 5 de junio de 2009

Eres el mundo, diosa y alma.


Siento el corazón rendirse al recuerdo y la necesidad. Poseo la fuerza del amor aún en un momento hostil.

Te busco como te busqué siempre, como te buscaré.

No quiero rendirme; no puedo hacerlo. No te tendré pero necesito negarme tu distancia, la realidad del muro que separa nuestras vidas.

A veces siento cómo se fatiga el alma y se niega a dar un paso más. Pero entonces huyo hacia mis pensamientos, a mi interior, y te encuentro allí, como siempre estuviste, como seguirás estando.

Quizás soy el más loco de los hombres. Tal vez desee vivir un imposible que no quiero olvidar.

Te convertiste en mi mundo, en la efímera felicidad de la esperanza, y ahora me es imposible prescindir de ti.

Apareces continuamente en todo lo que hago y veo, como si estuvieras en mí mismo.

Hoy el camino apenas es un sendero cubierto de hojarasca y arbustos, pero aún así no desistiré en el esfuerzo de buscar la senda que dejaste, la huella que sembraste en el camino.

Si pudiera acariciaría tu larga cabellera paseando el dorso de mi mano sobre la piel de tu rostro, y trataría de perderme en tus tímidas pulilas. Buscaría el roce de tus labios en un ósculo instintivo que no pudiéramos evitar, y disfrutaría del silencio en tu compañía, tal vez junto al mar y su canto, bajo la atenta mirada de una luna llena capaz de sonreír a dos enamorados que hacen gala de sus sentimientos.

Pasarían otras gentes envidiando el cariño que se desprendería de nuestros cuerpos como un aura infinita de luz multicolor. Y tu sonrisa, nívea, pura, llenaría de vitalidad mi propio ser, mientras nuestros pies, sin gobierno que los rigiera, vagarían sobre la fina arena de una playa cualquiera...

Es hermoso soñar, y más hermoso cuando es contigo.

Ya no podemos compartir este amor, pero nunca podrás impedir que yo siga disfrutando en mi corazón de ti, de las fantasías y de tu imaginaria compañía.

Porque te quiero, aunque intentes evitarlo; porque te amo aunque quieras negártelo y negármelo. Porque a pesar de todo lo que la vida nos pueda deparar, tú ya formas parte de un mundo creado para no llorar en una realidad desdichada. Porque tú, Alejandra, eres el mundo, diosa y alma; lo eres todo para mí.

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