domingo, 15 de febrero de 2009

San Valentín.


Ayer fue San Valentín. No es que sea una fecha especial, porque para quien ama todos son el día de los enamorados. Pero me hubiera gustado poder felicitar a alguien, a ti.

Estuve tentado a coger el teléfono y llamarte, aunque no te dijera eso de "feliz San Valentín", pero al menos estar de algún modo cerca de ti. No me atreví.

También pensé que enviarte un mensaje, sin sentencias de amor, pero hacerme presente en un día así: tampoco me atreví. ¿Y por qué? Porque tal vez no te agrade.

Pensé en ti todo el día, en lo que siento, en lo que significas, en lo que eres. Ya no sé cómo reaccionar, y quiero amarte sin que te sientas agobiada, es decir, en silencio, pero no lo consigo. Cuando hablo contigo acabo por decir algo que te haga saber que sigues muy viva en mí. De alguna manera temo que un día pienses que no te amo, y por eso necesito seguir diciéndotelo de un modo u otro. En realidad no sé si deseas saberlo, pero yo quiero que no lo olvides por si aún existiera alguna esperanza. Dicen que mientras hay vida la esperanza existe, y yo no la he perdido.

Por eso hoy, aunque sea con retraso y en muy pocas palabras, te quiero desear un feliz San Valentín, porque hoy, (por ayer), es mi día, el día de los enamorados, de lo que soy.

Te quiero, Alejandra, por encima de todas las cosas.

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