jueves, 24 de septiembre de 2009

Nací para amarte.


A veces basta un breve texto para que el corazón nos de un vuelvo. Tan sólo unas efímeras lineas donde la palabra alcanza sin esfuerzo el corazón de quien lée. A veces los sueños continúan vestidos de una realidad opaca y nos confunden haciéndonos dudar de si es cierto o sólo imaginario.

Hoy, al leer tus letras, Campanilla, una corriente de sensaciones recorrió mis entrañas sacudiendo cada rincón de mi interior, y es que, a pesar de tu "voto" de silencio, una limosna de tus emociones es suficiente para enardecer mi espíritu.

Ya no me regalas tu amor, aunque tampoco lo niegas, ni te permites sucumbir a mis fantasías, aunque te dejas acariciar por ellas. Pero no es sentirme amado lo que más deseo, sino poder seguir amándote, llevar dentro de mi mente cada gesto que te observé, tu sonrisa envolvente, el deseo de profanar tu cuerpo divino. Porque te quiero, mi pequeña estrella, y nunca ha existido sueño más hermoso en mi vida que tú.
La distancia, el espacio, el silencio, o incluso un adiós no cambiará lo que siento porque hoy ya sé que nací para amarte y moriré siendo tuyo.

No hay comentarios: