martes, 14 de julio de 2009

Mundos de hoy; recuerdos de ayer.


Pasa el tiempo pero no avasalla el olvido con su tétrica presencia.

Busco entre mis recuerdos un te quiero que alguna vez me dispensaras sincero, tierno. También despierto las fantasías que alguna vez escribí contigo, o por ti, y trato de bucear en ellas para acariciar esa presencia que no existe.

He tratado de dibujar tu rostro en otras mujeres por verte en mi espacio, pero es imposible. He querido encontrar tu mirada en ojos que se cruzaran con los míos, pero ninguno despertaba el más mínimo interés, porque al instante me daba cuenta de que no eran tus pupilas las que acariciaban las mías. Y he vagado por mundos irreales en pos de una mentira que cada día me cuento y me creo.

Es imposible no amarte, y es imposible olvidarte. Lo primero porque has llenado todo mi ser desde que un día apareciste en mi realidad, a pesar de que ya soñara contigo. Lo segundo, porque no quiero.

Hoy no estás, y ni siquiera sé dónde caminan tus pies. Te echo de menos, Campanilla.

Quisiera poder hacer un agujerito y por él mirar tu vida; ver lo que haces, cuando sonríes, cuando te enfadas, cuando descansas, cuando te cansas... Quisiera poder seguirte allí donde fueras aunque ni siquiera pudiera rozarte.

He subido a mi luna para buscar desde allí tus huellas, pero el mundo que veía estaba vacío. He recorrido las huellas que tus pies dejaron en el polvo de esta luna mía, mi pequeña estrella, y siguen intactas porque lo que yo siento por ti es imperecedero. Y por más que te pueda perder, que tu ser esté a millones de años luz de mi corazón, no quiero dejar de amar, de amarte. No voy a huir buscando otros corazones donde tratar de desahogar mi llanto carente de lágrimas, o donde buscar un consuelo inconsolable.

Tú y sólo tú eres dueña de este corazón que un día enamoraste y ya no dejará de amarte jamás.

No hay comentarios: