miércoles, 1 de diciembre de 2010

Hoy no es un buen día...

Fuera hace frío, y la nieve intermintente rocía con su blancura un apagado césped frente a mi ventana.
Esfuerzo mis ojos en un empeño de ver más allá de un horizonte escondido tras la oscuridad de una noche desapacible y de nuevo izo el telón de una obra inacabada de la que el único espectador soy yo. Un amor perenne e imposible que tiñe de añoranza amarga mis días y mis noches, que poco a poco se está apoderando de todo mi tiempo y de mi espíritu sin encontrar ninguna oposición por mi parte.
Ni siquiera sé qué es lo que estoy haciendo, y sea lo que sea que hago, no sé por qué lo estoy haciendo. Mi tiempo simplemente pasa, sin más, y el ánimo, antaño encendido y juguetón, hoy se muestra pasivo ante la vida perecedera.
Cada día que pasa dedico más tiempo a pensar en este sentimiento que anega por completo mi corazón y del que no me desharé, quiera o no.
¿Qué es lo que le ocurre a un corazón cuando llega a enamorarse como yo lo he hecho? ¿Y qué sucede con la razón? Yo he perdido los dos: mi corazón se fue contigo, y la razón me abandonó hace tiempo ya.
Muchas de las últimas noches pasadas me he quedado pegado al cristal de mi ventana con la mirada fija en la luna buscando acaso recuerdos diferentes vividos contigo, o quizás tan sólo imaginados por mí. Ya no sé dónde está la realidad y dónde mi ficción ni por qué aún sigo buscando tu rostro en cada mujer que se cruza conmigo. Se ha creado un muro entorno a mí que hace imposible que nadie pueda entrar y tocarme, y tras esos muros vivo aislado y sólo, en una demencia insana pero imposible de curar.
No sé dónde me conduce todo esto, pero sé que no es un buen camino, y sin embargo no hay otro camino para mí.
Hoy me siento como el día: triste y gris.

2 comentarios:

Lola Fontecha dijo...

Tras leer tus palabras, me dan ganas de verter colores, muchos colores con todas las tonalidades que sean capaces de devolverte todo aquello que se llevo aquel amor que no pudo ser. Un abrazo

Gaspar Maluenda dijo...

Gracias