viernes, 28 de mayo de 2010

Días de añoranza.


Mi pequeña estrella:

Cuánta añoranza puede albergar un corazón solitario como el mío.

Cada mañana al despertar acepto el hecho de que no despiertas a mi lado y sin embargo me niego a olvidarte.

No lo entiendo ni yo mismo, pero el sólo hecho de sentir este amor me impide pensar que algún día pudiera aparecer una estrella que apagara el brillo de tu luz, y es que una vez tuve un sueño y eras tú.

Hace poco alguien me dijo que yo sufría de complejo de Peter Pan; ¿sufrir? No. Disfruto en todo caso. Quizás no existen los príncipes azules ni las princesas de cuento de hadas, pero prefiero cerrar mis oídos a la letanía de la razón y pensar que tú eres esa princesa de cuento y yo el príncipe azul que te llevará a lomos de su blanco corcel en un imposible final feliz bajo la atenta mirada de una luna llena que tantas veces compartimos tú y yo.

Soy consciente de que si sigo así estoy abocado a la más absoluta soledad sentimental, pero es demasiado fuerte tu presencia en mí para borrarte de mi memoria. Y si te soy sincero me importa muy poco.

Hoy estoy sentimental y me empapo en tu recuerdo con la única intención de hacerte aún más fuerte en mí. Qué locura, ¿verdad? Supongo que soy un enfermo de amor, y esta enfermedad es crónica. Ya no hay cura una vez te conocí, porque la única cura eres tú, y no estás.

Hoy continúo contigo en mis sueños, anidando tu presencia en lo más recóndito de mi alma para que nadie pueda sacarte de allí.

¿Qué le voy a hacer si te quiero tanto, Alejandra? Sólo me queda seguirte amando aún a pesar de tu lejana ausencia, y sobrevivir a este amor imposible que un día imaginé y otro día tú lo convertiste en algo real.

Tuyo siempre...

1 comentario:

Lola Fontecha dijo...

Cuando se ama desde lo más profundo de tu alma esa persona entra en ti formando una parte más de tu cuerpo. Nunca querrás sacarle porque su recuerdo en si ya es gratificante para seguir adelante.