jueves, 15 de diciembre de 2011

Tic, tac. Tic, tac.

Siguen cayendo los granos de arena, uno a uno, en mi reloj, tras la transparencia de un cristal impoluto. Y con cada grano se va una esperanza dejando latente el recuerdo de lo que en realidad nunca fue.
Vivo con el permanente recuerdo de ti, y en estas fechas que alguna vez creo que compartimos, (queda tan lejos en mi memoria que ya no sé si fue real o lo imaginé), crece la añoranza tras cada colorida luz que engalana esta fría ciudad.
Los amores se acaban, y tú me fuiste dejando atrás poco a poco, pero yo soy incapaz de hacerlo. Cada día se abre más ese vacío que se instaló en mí el día que nos dijimos adiós y eso me hace pensar más y más en ti. Mi amor no quiere abandonar este corazón que un día hiciste tuyo y que hoy se encuentra huérfano del cariño que disfrutó en aquel mundo que dibujamos un día y habitamos sólos tú y yo.
Nadie es capaz de seguir el hilo de mis locuras como hacías tú, y esa complicidad que teníamos y que nunca encontré con otra gente me hacía sentir diferente e importante, porque me hacías sentir especial. Hoy no queda ya nada de aquello, y en su lugar un agujero negro va creciendo en este universo loco que es mi ser engullendo cuanto encuentra en mi mente, pero seleccionando tus recuerdos para que permanezcan perennes y me mantengan preso de un amor imposible.
No sé qué es lo que me mantiene enamorado de alguien que ya no comparte mi espacio, pero se me ha olvidado cómo se deja de amar y son años ya los que llevo encerrado en esta celda del recuerdo incapacitado para buscar otros caminos donde encontrar nuevas mariposas que revoloteen en mi estómago. Siguen vivas las que tú me regalaste y se resisten a marcharse y dejar libre el espacio que ocupan. Es absurdo, pero es así.
Te quiero sólo a ti y cada vez estoy más convencido de que este amor es para siempre...