sábado, 13 de noviembre de 2010

Has de saberlo.

El silencio me envuelve y los recuerdos se hacen dueños del momento. Mis dedos, sin más guía que el deseo, teclean sin un guión establecido, con un albedrío libre que no dicta sino un corazón desbocado.
Busco el modo de comprender por qué el amor me esquiva y sólo me permite una dirección para sentir, por qué no he llegado a rendirte y asaltar tu palacio para que me amaras como yo lo he hecho, como yo lo hago contigo.
Me pregunto cómo sería la vida si hubiera hecho de tu corazón presa de mi amor, y hoy estuvieras bajo la necesidad misma que yo tengo, y desearas decirme que un día sin mi sonrisa era tan largo que desesperabas por la espera, y que el sólo roce de mi mano en tu mejilla era tan vital que el no tenerlo te hace sentir un vacío imposible de rellenar.
A menudo me pierdo en ensoñaciones donde imagino que somos el uno para el otro, y que la vida nos ha reunido y nosotros nos hemos encadenado a un amor tan hermoso que somos incapaces de precindir de la compañía que nos brindamos mutuamente. Que nuestras fantasías las cumplimos con el hecho de permanecer unidos habitando un mundo que nos pertenece, porque es nuestro mundo. Y nos deseamos, y buscamos esas caricias que enciendan la pasión que nos abrasa por dentro, y nos miramos impacientes para despertar ese deseo carnal que al momento convertimos en un abrazo desesperado y ansioso anhelando ser los dos uno. Y en esa danza sexual llegamos a un climax tan intenso que creemos alcanzar el cielo, y entonces nos damos cuenta de que nosotros somos el propio cielo y el amor que nos profesamos es sin duda nuestro Dios. Nos percatamos de que tenemos una fe infinita en esta religión donde los escritos sagrados son los besos entregados.
Y me dices te quiero, y te digo te quiero, y al fin, dormimos abrazados en una noche que ambicionamos sea eterna.
Pero hoy no puedo decirte "te quiero" porque no te tengo frente a mí, y tú no deseas saberlo, y me tengo que callar y comerme cada letra de esa frase que me hace sentir como si tragara clavos al bajar por mi garganta, y me laceran el estómago.
Pero has de saberlo, mi pequeña estrella. Has de saber que "TE QUIERO".