miércoles, 29 de abril de 2009

Qué es el mundo sin ti.


Hoy estoy bebiendo de la botella del ayer los recuerdos con los que emborracharme para olvidar tu ausencia. Pero cuanto más bebo de ese pasado más presente te hago y más noto que no estás.

Te quiero conmigo, o me quiero a tu lado, tanto da, pero la vida me prohibió estar cerca de ti sino es en mis propias fantasías, y en ellas sigo, llorando amargamente mi falta de ti, derrochando sentimientos impregnados en un pensamiento donde hacerte real, con el que engañar mi propia melancólía.

Mi corazón me pregunta cada día por qué no estás y ni siquiera sé qué responderle. ¿Por qué no estás? Podría responderme, pero no quiero hacer uso de una lógica que aborrezco, de una realidad que deseo no conocer aunque sepa ya cual es. No, Alejandra, no quiero no quererte, y no quiero no tenerte, y no voy a enterrar lo que siento cuando te pienso, cuando te encuentro, cuando te ausentas, cuando me riñes, cuando sonríes, cuando callas o cuando hablas; no voy a esconder mi interior a tus ojos si un día los vuelves de nuevo hacia mí, porque quiero que me veas en una desnudez emocional, que sepas lo que eres, lo que me llevas a ser, lo que siento y lo que quiero.

No voy a huir de este sueño ni caminaré a una vida sin ti, porque mi espíritu necesita de tu presencia para crecer, para ser mejor, para alimentar mi propio YO.

No puedes evitar ser para siempre parte de mi vida y razón de mi existir, y por mucho que no lo entiendas y no desees creerlo, lo eres todo para mí aún sin haber sido más que una aparición en medio de un mundo virtual donde el deseo y la imaginación pueden llegar a confundir una realidad que no me interesa.

Porque tú eres cada paso en mi caminar y cada sílaba de mi voz no cesaré en mi empeño de soñar contigo y amarte. Y si me quieres escuchar te lo diré una y mil veces, y si no quieres saberlo yo lo sabré, y tú, aunque te lo quieras negar, nunca dejarás de saberlo.

Volveré a verte, a leerte, ya sea de un modo real o imaginado.

Te quiero, Alejandra María.

sábado, 25 de abril de 2009

De sueños y amores.


Son los ojos del corazón, amor mío, con los que te miro cada día entre las sombras de mis sueños. Son las manos de mi propia soledad las que buscan la compañía de tu piel en cada fantasía que recreo. Porque te necesito, porque aunque calle lo que siento no dejo de sentirte.

Eres más importante en mi vida de lo que puedes imaginar, y sin embargo ya no puedo hacerte imaginar mundos oníricos donde ambos vivíamos en un paraíso compartido como dos almas gemelas, complementarias.

Hoy tu corazón está desgarrado y yo me siento impotente ante tu dolor, y quisiera poder ser calma para tu ser, alivio para tu espíritu, y temo sin embargo perturbar la poca calma que ahora puede aún brillar en ti.

Pasará el tiempo, el dolor mitigará, pero yo seguiré amándote en el silencio incomprensible del que en su demencia persigue sueños imposibles sin resistir la tentación de caer en su propia locura escapando de una realidad lacerante.

Te quiero, Aliss, y eso ni el mismo Dios puede impedirlo. Mi amor es un para siempre en una vida salpicada por breves retazos de felicidad pasajera.

Tú representas el más sincero sentimiento, un amor de verdad como jamás nunca sentí, y el simple hecho de hacer un esfuerzo por borrar todo eso de mi vida sería el peor de los pecados. Sólo quiero que sigas viviendo dentro de mí y lucho por ello, manteniendo cada día tu imagen en mi retina, tu voz en mis oídos, tus caricias nunca sentidas en mi piel. Imagino que me falta cordura y madurez pero no quiero privarme de la satisfacción de amar al ser que más ilusión ha despertado dentro de mí.

Nunca dejaré de amarte aunque no quieras permanecer cerca de mi vida porque tú, mi pequeña estrella, eres todo cuanto necesito para caminar un poco más; mi más hermoso sueño.

domingo, 19 de abril de 2009

La fuerza del amor.


Cae la lluvia pertinaz sobre un campo yermo, anegando de añoranza unas tierras que dejaron de ser fértiles.

Primavera destronada que cautivas el sol tras nubes carceleras extendidas como ejército infinito. Dagas acuosas que horadan una tierra antaño fértil en sentimiento y hoy árida, envuelta en unos recuerdos que sólo producen tristeza.

Esa misma lluvia que otrora fuera abono para sueños y fantasías hoy se convierte en asesina de una realidad que nunca fue por más que pareciera, y es que esta tierra, aún por irreal no deja de ser verdadera.

No es la humedad del agua pendenciera ni el lacerante encuentro cuando rasga el suelo lo que más le duele a este ya estéril campo sino la privación de disfrutar un hermoso cielo despejado, coronado por un regio sol durante el día y gobernado por la luna al mando de un ejército de estrellas tras la venida de la noche.

Y es que no sé si hablo de suelo, cielo, sol o luna, o hablo de ti, de mí, de amor.

Yo soy esa tierra lacerada, privado de tu etérea presencia por esa lluvia descastada que antaño nos llevara a abrazarnos tras un ventanal al verla caer, y hoy es sinónimo de ausencia, la tuya.

Pero al igual que el campo labrantío ha de soportar las inclemencias de una caprichosa climatología firme, sin excusas ni consuelo, yo me mantengo en mi firme esperanza de que un día, al fin, seas mía, a pesar de tu consistente lucha contra ello.

Y es que no puedo pensar si no es en ti y me cuesta existir si no lo hago para ti, porque mi amor, Alejandra, es más poderoso que la misma realidad.

martes, 14 de abril de 2009

Una huída a ninguna parte.


Paseo mi añoranza entre espejismos de una presencia que nunca se consuma. Viajo más allá de mi propio horizonte en busca de una fragancia del pasado que resuma lo que he vivido gracias a ti y arranco recuerdos arraigados en lo más profundo de mi mente para poder presenciar tu divina hermosura femenina, pecado y redención a un mismo tiempo.

Pasa el tiempo y me encuentro cada vez más encerrado en un silencio dictador carcelero de unas palabras de amor que deberían llegar a ti, pero que permanecerán ocultas como penitencia.


Estoy perdido; perdido en la ilusión incumplida de tenerte entre mis brazos, de sentirte junto a mí tan sólo un instante que recordar toda una vida.


Quisiera no tener que soportar una ausencia tan lacerante, pero termina el día, cada día, y me encuentro que pasa otra jornada sin haber tenido la oportunidad de compartir un momento con la dama que arrasó en mi corazón cuanto de desierto había para convertirlo en un oasis. Y ahora, de nuevo el desierto se expande sucumbiendo mis fuerzas.


Cuánto se puede amar a una mujer aún sabiendo es un amor imposible.


¿Es de locos no rendirse a una evidencia que golpea cada vez con más fuerza? Quizás. Pero yo no tengo nada que perder en una espera improductiva pues lo que más quería ya se perdió en un pasado cercano.


Hoy estoy echándote demasiado de menos y eso emborrona mis letras, así que aquí dejaré los lamentos e iré a cerrar mis ojos, huyendo de todo lo que no deseo ver.


domingo, 12 de abril de 2009

Aunque tú no lo quieras...


Camino perdido entre la gente, bordeando la arena de una playa cualquiera acariciada por las primeras sombras de la noche. Camino sin mirar a ninguna parte, pendiente de mis propios pensamientos que dedico a ti. Llego hasta el final de una playa donde ya no queda nadie a mi alrededor y desvío la mirada viajera hacia unas estrellas nacientes en un cielo oscuro, cada vez más hermoso.

Un acantilado se va desdibujando frente a mis ojos y con una inconsciente decisión decido subir por una escarpada senda oculta en la oscuridad noctámbula. Llego a un saliente y allí me quedo sentado, gobernando sobre las luces de una ciudad que va perdiendo su actividad . Bajo mis pies las olas repiten su cántico al acariciar con sus brazos de espuma las pétreas rocas de mi trono, y allí, por fin, me acerco a ti, o te traigo a mí. El tiempo ha estado jugando cada vez más en mi contra y mi demente locura me hace buscar entre ilusas fantasías tu presencia tan vital para este aprendiz de brujo, incapaz de encontrar el hechizo que te enamore de mí sin condición.

Así que sigo aquí, mirando al cielo, tumbado sobre un lecho rocoso admirando a mi amiga la luna que hoy me sonríe sabiendo que pienso en ti.

Yo también le sonrío, y comienzo a hablarle, a hablarle de mi pequeña estrella, de esa mujer que ha escrito el más extenso párrafo de amor en la novela de mi vida, un amor que quiere hacer imposible, y que tal vez lo es. La luna calla, y escucha, y le digo que a pesar de todo, incluso a pesar de ti, yo vivo para poder amarte, para sucumbir a la libertad de sentir un cariño que va más allá del propio amor. Y le cuento que a pesar de todo, incluso a pesar de ti, abarcaré todo el mundo de mis sueños en la conquista de ese amor que me niegas en un orbe real.

Mis fantasías se van convirtiendo en mi más sincera realidad y si he de enloquecer, amén, porque la locura sería luchar por no amar. Huye de mí si tanto miedo me tienes; abandona parte de tus sueños si cercenan tu visión de la libertad, pero no esperes que yo cambie mi corazón ni mi sentir. No resonará en tu conciencia ni lo pretendo abandonar tus sueños, mis sueños, pero sí quiero que recuerdes que quien en la demencia esto escribe te empezó a amar mucho antes de que tú supieras de él, y no necesitaba más que su propia decisión. Esa decisión sigue intacta y seguiré amando aunque desees que no sea.

Sigo en mi trono imaginado, sobre un mar dibujado en mi mente, con una luna que pinta sus colores dentro de mis fantasías, pero es mi mundo, mi verdad, y en esa verdad te quiero, Alejandra, lo aceptes o no.

lunes, 6 de abril de 2009

Puertas que se cierran, sueños que no cesan.


Estoy perdido en un laberinto de sentimientos imposibles que nacen desde sueños irrealizables, como tú. Quién eres, que aún no lo sé. No te rozo y sin embargo te beso; no te miro más te veo. No te siento y ya te hice el amor.

Y sigo sin saber quién eres que has encarcelado mi razón para dejar a su albedrío la locura de un amor que nació de una fantasía y nunca extinguirá su llama.

Estoy rendido a un deseo, a una necesidad que me abrasa y me congela, que me asfixia y me consume, y sin embargo... Me da la vida.

No sé quién eres, más conozco lo que no quieres, pero en mi egoísmo no puedo dejar de pensarte, de imaginarte, de añorarte ni de amarte, porque tú, pensamiento infinito, eres cada latido de mi corazón. Te has convertido en todos los colores que salpican mi mirar, en las luces de la ciudad cuando la noche desvela a la luna; eres sombra frente al sol, y camino que he de seguir cuando me pierdo y por ti hace mucho que me perdí, sólo por la ilusión de buscar esa senda que me lleve por tus pasos.

Ya ves que no quieres y yo no dejo de querer por mucho que tú aspires a mi renuncia y creas en un letargo amatorio. No sucederá, Alejandra, no dormirán mis sueños ni mis ganas de tenerte sucumbirán a tu ausencia. No se ahogará el amor en la desesperación de tu distancia ni abdicaré de mi trono de amante sin amada.

Tú no quieres, y yo te quiero; y tú me apartas y yo te acerco. Tú tiemblas de miedo por sentir, y yo me escondo por el pánico que me da que no sientas. Yo soy tu contrario pero es que tú eres mi complemento.

Te pediría valor para dejarte guiar por la locura y apartarte de tu razón. Tienes miedo a una idea que deseas creerte sólo para no dejarte llevar, y yo tengo miedo a que no te dejes llevar por creerte lo que no puedes saber.

Pero no me importa que me apartes; no reprocho que te alejes, ni critico tus temores; yo vivo por mí y decidí hace tiempo que el amor es más hermoso que la amargura de lo imposible; y tú eres imposible, pero eres mi amor, lo quieras o no, así que seguiré vagando en mi mundo a pesar de cerrar puertas que no deseo ver abiertas, porque la única que quiero abrir es la que tú estás cerrando. Y seguiré frente a esta puerta, esperando poder un día atravesarla, si tú me dejas.

viernes, 3 de abril de 2009

Un sueño que contar.


Mi voz enmudecía cuando apareciste frente a mí, como una diosa imposible, un ser sobrenatural de grandiosa hermosura helénica llegada del Olimpo.

Incrédulo, buscaba señales que me indicaran si imaginaba o aquello era real, pero no había nada; sólo existías tú.

Me sonreías; me sonreías con una dulzura que jamás había disfrutado en nadie antes, y de manera inconsciente alcé mis manos pecadoras hacia tu divino rostro y te retiré esas gafas de sol que separaban tus ojos de mi mirada; al quedar al descubierto me vi perdido en el laberinto de unas pupilas que como celdas me habían hecho prisionero. Mi voz seguía enmudecida y mis sentidos paralizados de la emoción, y tú, con una sonrisa perenne volviste a ocultar tus ojos y me preguntaste si ya había visto lo que quería; lo que quiero hace mucho que lo ví, te respondí.

Por fin de mi garganta surgieron palabras, y ahora se atropellaban queriendo salir todas a la vez, libres por fin, con el paisaje de tu hermosura celestial como musa de cada letra que pudiera pronunciar. Pero a pesar de todo cuanto quería decirte, lo único que brotó fue "te quiero".

No dijiste nada; mantenías esa sedante sonrisa mientras mi corazón se desbocaba como un potro libertino en la más verde pradera. Entonces me cogiste una mano entre las tuyas y me pediste un favor; "cierra tus ojos y déjate llevar donde tú quieras, como tú sabes". Y lo hice, y tus labios, sin permiso previo, se posaron en los míos en el más cálido ósculo que un ser haya podido jamás disfrutar. Abrí mis párpados y me encontré a oscuras, en mi alcoba, tumbado sobre un colchón solitario, y envuelto entre sábanas acogedoras, sin ti.

Jamás debí haber abierto mis ojos, porque ese sueño eras tú.

Vuelve a mí cada vez que mis ojos sucumban ante Morfeo, que te necesito como el aire que respiro, y no quiero que te vayas de mi lado. Y si entre ilusas imaginaciones noctámbulas, o diurnas, he de sentirte y entregarme, así lo haré, mi pequeña estrella, porque tú, con tu pícara presencia, eres la luz de mi vida.

Te quiero, Amor, te quiero.