sábado, 29 de noviembre de 2008

Será que aún te amo.


Qué lejanos me quedan aquellos días en los que me preguntabas si te quería un poquito. Los momentos en los que me decías "si te estaba", aquel tiempo en el que te morías por saber lo que sentía.

Hoy sólo queda el eco del recuerdo de lo que una vez quisiste escuchar, o leer, o sentir.

Sigo llevando dentro todo el amor que creaste en mí, como una liviana y hermosa carga de la que no deseo desprenderme, y paso a paso voy sintiendo que este amor que vas dejando atrás sigue incrustado en mí como fuente de vida, como un manjar que alimenta sueños vanos, ya imposibles, pero anhelados.

Amar sin ser correspondido es el pequeño infierno en el que me toca ahora vagar, pero no me importa. Aunque mis pies caminan por el igneo suelo de tan tétrico lugar mis ojos sólo ven el paraíso de un alma tan deseada como la tuya.

Yo no soy cazador de almas, pero ojalá hubiera podido hacerme con la tuya y retenerla a mi lado. Los castillos que alcé en el aire no se han derrumbado aún, y es muy posible que permanezcan ya siempre alzados en el cielo, al capricho de los vientos cambiantes, pero siempre firmes y fuertes, porque el lazo que une mi corazón con tu recuerdo es irrompible.

Caminábamos por una estrecha cornisa y sabíamos que en cualquier momento alguno de los dos podría caer. Y yo caí. Ahora, desde abajo, sigo mirando de lejos tu marcha allá en la azotea y me conformo cada vez con menos hasta el día que desaparezcas por completo y no tenga esa pequeña limosna que me queda hoy al hablar de vez en cuando contigo.

Para un corazón que ama el silencio de su sentimiento es el peor de los martirios, y más cuando hubo un tiempo en el que el otro corazón le pedía escucharlo. Hoy he de callar y disfrutar con lo que me regalas a veces, porque aunque no tenga ya derecho a revelar mi amor no dejo de quererte, y el simple hecho de sentir tu presencia me da un pequeño respiro.

Hace un tiempo tenía miedo a que dejaras de quererme y hoy el miedo es a que te vayas para siempre, pero la vida toma y deja a su antojo y a mí me tocó coger y ahora dejar, y así tus pasos seguirán divergentes ya a los míos hasta que en un horizonte abstracto sólo vislumbre lejanas huellas casi borradas.

Hoy te añoro demasiado. Será porque te amo.

viernes, 28 de noviembre de 2008

De historias oníricas.


Querida fantasía:

No dejo de pensar en ti desde que mis ojos se abren a un nuevo amanecer hasta que se cierran en busca de mundos oníricos que recorrer.

No tengo derecho a amarte mas no voy a dejar de hacerlo. Siento vacío dentro de mí; un vacío que no logro llenar con nada. Te sigo buscando en cada rostro que veo, cada día, cada instante, pero jamás te encuentro. Repaso tus fotografías y aún me siento más enamorado de ti, de tu belleza, de esa larga cabellera que como viento tantas veces imaginé enredar. Y busco tus ojos en los que abandonar mis pensamientos, y el tacto de una piel tan deseada como prohibida. Te añoro, Alejandra, y cuanto más te echo de menos más siento que te quiero y más vacío me quedo.

Anoche soñé algo extraño y al despertar eras tú quien apareció en mis pensamientos. Sin embargo no estabas en esa fantasía onírica que creó mi mente. Me encontraba en algún lugar desconocido, entre orientales, divididos entre hombres y mujeres. Las damas danzaban bajo la atenta mirada de una joven maestra y los hombres jugaban con una especie de pelota pequeña a pasarla sin que cayera al suelo. A mi espalda había una valla que supuestamente nos mantenía encerrados en un recinto, pero yo no tenía la sensación de estar retenido. El primer golpe que le di a la pelota hizo que saliera hacia atrás y fuera a parar al otro lado de la división. Entonces me acerqué a una puerta y la abrí, para ir a buscar la pelota, pero la maestra de las bailarinas gritó que no saliera. Me recriminó el no saber que estaba prohibido, que yo no podía poner un pie fuera del recinto. Y ella fue a buscar la pelota, descalza, y sin pasar por la puerta. Hubo de saltar la valla, recogerla, y volver de nuevo por el mismo sitio. Le entregó la esfera a quien supuestamente estaba a nuestro cargo y volvió a su lugar. Este, en una especie de gesto de agradecimiento, y después de echarme una mirada heladora hizo el saque hacia la dama y esta devolvió con un toque magistral la pelota, hacia mí, y yo fallé al golpearla. De nuevo la mirada del "maestro" mostraba rabia e hizo un gesto de negar con la cabeza, haciéndome sentir humillado. Así que cogí aire y empecé a jugar de nuevo, con la intención de demostrar que yo podía hacerlo tan bien como ellos.

Ahí es cuando desperté.

Le he dado una explicación a esa película onírica, aunque la subjetividad es manifiesta por el estado de ánimo que estoy atravesando, pero es posible que no haya errado demasiado. En realidad creo que tú eres esa maestra de baile, y mi culpa fue que tuvieras que sufrir con tus pies descalzos por ir a buscar esa pelota que yo eché lejos, eso que siempre he intentado darte y que de pronto lo alejé de mí. La interpretación de lo que continúa ya no es más que el deseo de mi subconsciente que quiere ver en el comienzo de juego que tú deseas mantener un lazo de unión conmigo y en mi terrible torpeza no soy capaz de aprovecharlo a la primera, (de ahí el error al golpear yo la pelota), pero sin rendirme ante la evidencia, (el maestro de juego), esforzándome por hacer bien las cosas.

Como ves no puedo asumir el hecho de que ya no quieras quererme pues ni en sueños se me permite prescindir de ti, pero porque te respeto tanto como te quiero asumo las consencuencias emocionales que para mí tiene acallar mis sentimientos. Lo único que quiero es poder charlar contigo de vez en cuando, no permitir que desaparezcas de mi vida, aunque eso, supongo, es cuestión de tiempo.

Qué grande es la naturaleza que fue capaz de concebir un ser tan bello como tú, mi pequeña estrella.

Te quiero.

jueves, 27 de noviembre de 2008

La añoranza del desterrado.




Amor mío:


De nuevo las estrellas dibujaron un decorado para ti y para mí. Asilados huyendo de este intenso frío volvimos a cruzar nuestras palabras. Y tuve que ocultar una vez más mis sentimientos.


Sé que para ti no es fácil hablar conmigo de ciertos temas porque has abandonado nuestra playa y no deseas volver a ella temiendo que la fina y cálida arena de nuevo acaricie tus pies descalzos y te atrape como a los marineros el canto de sirena. El ciclón que la arrasó un día perpetuará tu partida y mi añoranza.


Por eso anoche, saturado de tantas cosas como me hubiera gustado decirte, me mordía la lengua para callarlas y trataba de sacar una fortaleza que sólo tengo por ti. Acudiendo al arte del disimulo te aparté de la conversación que estaba empezando a incomodarte y desvié tu atención del nosotros para centrarse en propuestas más banales.


Quisiera hacerte saber que amar en silencio es muy duro, pero he de acallar los ecos de mi silencio por ti. Ojalá pudiera decirte cuanto siento, y no sólo escribirlo aquí, pero al menos me sirve de lacónico desahogo.


Te quiero, mi pequeña estrella. Te quiero como jamás nadie haya podido amarte y como a nadie haya amado. Quizás no estamos destinados a compartir ese amor que un día nació en nosotros, pero mi triste felicidad está en este sentimiento hacia ti.


Si supieras cuánto pienso en ti, cómo te sueño, lo que yo te deseo... Eres amiga, amor y amante en mi mundo, en esta luna salpicada de magia fantaseada en la que alguna vez quisiste soñar conmigo. Cuánto te echo de menos, Alejandra, y si tuviera el poder del tiempo lo haría retroceder para deshacer algunos actos que ocurrieron. Pero no puedo, y el señor destino ha querido que ya no desees sentir lo mismo, y vuelvo a quedarme absorto en un sueño que nace de mi interior y nunca saldrá de allí.


¡Cuanto te añoro, Basíleia, mi gran amor!!!


miércoles, 26 de noviembre de 2008

Amores prohibidos.


Hola, Campanilla.


Me he sentado hoy a escribir desde la añoranza y no ya desde la amargura. Me encuentro más tranquilo y parece que he dejado de pisar fango para posar mis pies sobre losa. Poco a poco voy sintiendo que esa tristeza da paso al recuerdo desde una postura sonriente.


Sonrisa lacónica, pero no obstante sonrisa que se dibuja en un rostro ya cansado de esconderse tras un gris manto de pena.


No voy a relegarte a un recuerdo escondido en algún rincón de mi fantasía. Tengo intenciones de crear un altar desde el que adorarte siempre que tenga la necesidad como deidad que un día gobernaste mi destino. Así es como quiero que sea y así ha de ser.


Mi amor se vuelve a guardar en mi interior con la única dedicación a tu memoria y lo que significas. No busco ni pretendo otros mundos con otros corazones porque el mío se rindió a ti aún antes de que existieras. En realidad yo no vivía sin ti, y seguiré sin hacerlo porque a mí me merece la pena mantener vivo esto que siento.


Fuiste, eres y serás mi inspiración, la musa de mis creaciones y actos como persona y como soñador. Fuiste, eres y serás el único amor capaz de mover mundos con una sóla palabra, con una mueca sonriente, con una mirada furtiva. Fuiste, eres y serás todo para mí, Alejandra, y eso no ha cambiado ni lo cambiará la distancia y separación.


Nada te pido y si lo quieres todo te doy, porque yo me entregué a ti en cuerpo y alma y jamás dejaré de pertenecerte, porque pertenezco a mi mundo y ese mundo eres tú.


No importa si ya nunca vuelvo a decir a nadie un "te quiero" que desahogue la enorme cantidad de sensaciones que cada instante nacen dentro de mí, porque hice lo que había de hacer, conseguir que lo supieras.


Ahora ya no tendré el desconsuelo de preguntarme "¿y qué hubiera pasado si le hubiera dicho que la amaba?". Te lo hice saber y me sentí correspondido. Eso es lo que guardo para mí, y por ello disfrutaré del recuerdo del único ser al que pude entregarle por completo mi amor.


Lo que yo te quiero jamás podré regalárselo a ningún otro corazón, y fui feliz en ese amor. Por eso nunca podré dejar de amarte.

martes, 25 de noviembre de 2008

A pesar del dolor, lucho por ti.


Buenos días, mi pequeña estrella.


Anoche volvimos a hablar, y la verdad, me siento tan reconfortado cuando estoy contigo que los días que no te tengo sufro aún más ese vacío que se ha instalado en mi interior.


Vuelvo a darme cuenta una vez más de que quieres alejarme de tu vida en cuanto a lo que sentimiento se refiere.


Sé que aún sientes por mí algo, no sé si muy fuerte o no, pero también veo que deseas no sentirlo y que no quieres volver a encender esa llama que en realidad es muy posible que aún no se haya extinguido.


No sé si decir que "sé", al menos es lo que parece, que buscas frases para hacerme saber que aún me llevas dentro sin tener que decirlo directamente. Creo que deseas que no olvide que en tu corazón hay parte de mí y me lo indicas con esos "jeroglíficos" de los que hablábamos anoche. Quizás es un pensamiento que nace en mí simplemente, porque yo sí busco el modo de que sepas que aún te quiero, de que no lo olvides, de que recuerdes que siempre estaré para ti aunque tenga que esperar una eternidad.


Tienes miedo a enamorarte de mí porque no quieres sufrir y yo tengo miedo a no poder hacerte feliz. Como te dije ayer, mientras yo esté tan cerca de ti te estaré poniendo difícil el que puedas olvidarme, aunque con lo cabezota que eres seguramente lo consigas, pero si te soy sincero voy a hacer todo lo posible por que no ocurra. Y el único modo de luchar por ello es siendo yo mismo, sin más.


Dejé de serlo cuando deseé que fueras real. Ahora es cuando he comprendido que nunca dejarás de ser un sueño; incluso si un día mis manos pudieran posarse sobre tu piel, seguirías siendo el sueño que tanto tiempo vivió dentro de mis fantasías.


Hoy estoy cumpliendo penitencia por ese error y si te soy sincero no sé qué puede ser más doloroso, saber que no me quieres o ver que lo que intentas es no quererme.


Sé que te hice daño, Alejandra, y bien sabe el Cielo que jamás fue mi intención, pues lo único que deseo es tu dicha, pero desde aquí te pido perdón no ya sólo por ese error, sino porque no voy a permitir que te sea sencillo olvidarme mientras tú me dejes acercarme a ti.


Tendré días muy duros, lo sé, y voy a sufrir demasiado que podrá ser en extremo si al final logras tu propósico. Sé que cada día será un día de padecimiento por buscar lo que quizás ya es imposible, pero no voy a dejar de luchar por ti sin más armas que mi propio ser y condición. Si alguna vez te enamoraste de mí, y si queda el poso de cuanto hermoso vivimos, no voy a adolecer de pereza a la hora de luchar por ti. Quizás me haga demasiado incordiante y eso te ayude a lograr tu propósito, pero no puedo quedarme sentado viendo cómo te alejas de mí.


Te amo, Campanilla, y lucharé por tu amor.


domingo, 23 de noviembre de 2008

Otro día que pasa.


Vuelvo a estar aquí por necesidad, por esa agónica carencia de tu compañía. No me atrevo ya a acercarme a ti y el único modo que encuentro es desahogarme entre palabras desde este lugar al que posiblemente nunca llegues.





Escucho música que me trae imágenes de una hermosa historia que algún día escribimos juntos y de la que hoy sólo queda el recuerdo, vivo, muy vivo en mí.





Te veo desde lejos sonriendo y me alegro por ti; deseo tu felicidad completa y tristemente sé que no pasa por tenerme en tu corazón, pero a pesar de lo que me pueda doler quiero que llenes tu corazón de dicha.





Algún día, seguramente, seré capaz de dar media vuelta y dejar por fin que sólo quede el recuerdo sin una esperanza a la que aferrarme de esta manera, pero aún tardará en llegar ese momento.





Te quiero, mi pequeña estrella, y añoro cuantos cuentos escribimos sin palabras, tan sólo soñando tú en tu lecho y yo en el mío, en una distancia que desaparecía para unirnos como amantes sin complejo ni etiquetas.





Hoy ya no queda ni el sueño de que vuelvas algún día, pero seguiré instalado en este amor que perdurará en el tiempo.

sábado, 22 de noviembre de 2008

Serás mi más preciado recuerdo.


Hola, Alejandra.


Ya sé que te vas, que te has ido, y aquí me tienes, con la mano alzada despidiéndote en la distancia sin que tú puedas verme.



Lágrimas de amargura se descuelgan por mis mejillas, porque me doy cuenta de que donde hubo ya no hay, y tu corazón dejó de latir por mí.



Te he perdido del todo, sin haber dejado de amarte, y sin poder hacerlo. Es muy duro, mucho más de lo que tú imaginas. Jamás conociste el verdadero sentido de mi amor y desgraciadamente no hice nada por ayudarte a ver lo que era, pero ahora ya no tiene sentido insistir. No podré decirte nunca más "te amo, mi pequeña estrella", y todo porque no supe cómo amarte y te dejé marchar.



Hoy me siento sólo y hundido, perdido en un mundo que creé para ti pero en el que necesitaba tus pasos como guía de mi propio destino. Hoy estoy sin rumbo ni sentido, en un viaje que no tendrá retorno y quizás tampoco futuro.



Ya no me quedan casi fuerzas para nada. Eras mi energía y la fuerza de mi vida, y ahora ya no queda nada. Tú te vas y tu sonrisa volverá a deslumbrar allá donde se pose y volverás a amar a alguien que no seré yo.



No supe hacerte feliz y fue por no intentar ser yo feliz, pero tarde me di cuenta de ello, porque tu camino se ha apartado del mío.



No podré dejar de amarte, pero sé que este dolor acabará conmigo; lo sé.



Mi vida estará dedicada al recuerdo de lo que un día viví junto a ti hasta que el último hálito salga de mi boca, porque siempre seré tuyo, mi pequeña estrella, mi gran amor.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Tú eres mi otra mitad.


Hoy he comprendido que mi locura me perseguirá para siempre, y es así porque en realidad tú eres mi alma gemela. No importa cuánto tiempo tenga que esperar, ni si es toda una vida, pero sé que sin ti no podré buscar el camino a la felicidad.

Esperaré paciente otoños, inviernos, primaveras y estíos, porque mereces la pena, porque nadie hay como tú, porque soy sólo una mitad de un todo mágico, y esa mitad, sin ti, no es nada.


Aún no conté estrellas junto a ti, ni vi menguar la luna noche a noche, ni tan siquiera bailé contigo en ese lugar tan especial del que un día me hablaste.


Aún tengo que hacer muchas cosas a tu lado, amor mío, y hasta que no tenga recuerdos de ellas, estaré esperando tu regreso, porque eres la mitad que me complementa, y sé que yo soy tu mitad.


Te quiero, Alejandra.


martes, 18 de noviembre de 2008

... y no te leo.


Hace algunos días que no te veo y la sensación es la de que ya nunca estarás. Estoy sumido en la tristeza, pero nada puedo hacer por cambiar este rumbo que el destino había acordado con las fuerzas de la vida. Tú seguirás un camino desconocido para mí y yo estaré pendiente de tu recuerdo, preguntándome qué será de ti, cómo estarás, si habrás encontrado quien te haga soñar...


Ya ves que la añoranza se ha instalado en mi existencia, y tal vez mañana me encuentre de nuevo contigo, ojalá, pero hoy estoy absorto en un "ya no está".


Cada jornada que transcurre pienso más y más en ti, recordando quién eres, qué eres, y qué siento. Sé que va a ser muy difícil continuar como si no pasara nada, pero también soy consciente de que he de hacerlo. Sin embargo ya siempre me faltará algo, y serás tú. Has ocupado un lugar tan importante dentro del reino que marcan mis sueños que ya no sé vagar por mis mundos oníricos si tú no te reflejas en ellos, y de algún modo agradezco que sea así, porque no quiero olvidar ni uno sólo de los instantes que alguna vez disfruté contigo.


Ojalá llegue un mañana y me digas que aún me quieres, que tal vez nos deberíamos dar otra oportunidad, que dos almas que se aman no pueden estar separadas. Sé que es mi pensamiento el que de ese modo habla, pero ojalá sucediera.


No he dejado de necesitarte, y si alguna vez te dije que podemos ser amigos sólo fue por no tener que estar ausente de ti. Tu distancia, y aún más tu desaparición completa sería más duro que el no tener permitido amarte.


Nunca vas a dejar de ser mi pequeña estrella porque jamás abandonarás mi corazón. Puedes pedirme que no te ame, pero nada conseguirías.


Te quiero, Alejandra, te quiero más que a nada en este mundo. Y cerraré los portones de mi corazón hasta el día que decidas llamar, si alguna vez ocurre, porque si volvieras a nombrarme, quiero que me tengas donde me dejaste, como me dejaste.


Siempre seré tuyo, Campanilla, mi gran amor.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Por siempre jamás.


Me empiezo a separar de ti. Supongo que es lo mejor para ambos. Tú no deseas lo que un día soñamos y yo no deseo otra cosa que tu amor. Ya no podemos seguir con una misma ilusión, y la mía eres tú.

He terminado por darme cuenta de que esperar seguramente no me devuelva tu compañía, pero yo seguiré acurrucado en mi sueño "esperando" que un día vuelvas, aunque sé que si desaparezco hoy de tu vida ya no habrá jamás un mañana.


No quiero hacerte daño y por eso callo lo que siento, pero es demasiado duro, incluso para mí, silenciar un corazón que se acostumbró a gritar su amor. No sé cómo podré superar tu ausencia y mi carencia, pero eso es lo que menos me importa.


Ya no tiene sentido nada en mi vida; se ha instalado un vacío absoluto donde nada importa ni nada hay. Si mañana no hubiera latidos en mi corazón no sucedería nada: no me importaría. Yo no sé vivir una vida donde no hay esperanzas ni ilusiones. Quizás tú eras la última.


Hoy aguanto el llanto, tal vez porque ese vacío haya arrastrado también consigo las últimas lágrimas que me quedaban, pero no se ha querido llevar la amargura que me ha dejado tu adiós.


Soy un ser carente de expresión, aislado de sí mismo, esperando paciente que la nada se apodere por completo de su alma.


Es doloroso haber conocido el verdadero amor y verle partir sin poder despedirlo siquiera. Aún hay momentos en los que me aferro a la idea de que quizás todo esto vuelva a ser, tú seas mi pequeña estrella y yo tu Peter Pan, pero cada vez son más efímeros. Supongo que por una vez la racionalidad está pudiendo a mi fantasía.


Siempre fuiste quien yo esperaba, y cuando te hallé supe que no habría nadie más. Ahora comprendo que lo que me resta de vida sólo la podré compartir con la soledad, si no es contigo, porque voy a impregnarme de tu recuerdo y cada anochecer, al acostarme, y cada amanecer, al despertarme, pensaré un beso para ti, desearé una sonrisa de tu boca y el sonido de tu voz, y con esa añorante amargura viviré por siempre jamás.


Te quiero, Alejandra. Recuérdalo al menos alguna vez, cuando ya no esté.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Yo nunca me fui.


Hoy hablé contigo y me sentí muy bien. Me hubiera gustado haberte dicho aunque hubiera sido una vez "te quiero". Qué gran regalo me ofreciste con tu amistad, algo que no puedo aceptar, a pesar de todo.

Te amo demasiado como para comformarme sólo con ser tu amigo cuando hubo un tiempo que fui mucho más. Me acostumbré tanto a amarte que ahora no podré dejar de hacerlo. Pero hablar contigo, a pesar de todo, me hace bien. Sé que esquivas mis segundas intenciones en ciertos momentos que sólo pretenden acabar con tus defensas y poder decir lo que realmente siento. Nunca me lo recriminas, y te lo agradezco.


Aceptar que soy tu amigo sería darme por vencido y rendirme a la evidencia, y no puedo, mi pequeña estrella. No sé si algún día seré capaz de asimilarlo, pero hoy me es imposible.


Quizás cometí el error de enamorarme de ti antes de ser tu amigo, pero te amaba tanto cuando sólo existías en mis fantasías que al aparecer un día en mi vida, sin previo aviso, no pude evitar dejarme llevar hacia ti, atraerte a mi mundo, un lugar que construí para albergar tu corazón imaginado, corazón que se hizo real.


Habitamos sueños y fantasías irrealizables y nos hicimos muy felices. Ahora esa dicha se ha fugado de mi vida, y si me preguntas cómo estoy siempre es lo mismo, "bien", pero aunque poco a poco son más momentos de sosiego que de amargura, la añoranza no me abandona, y nunca lo hará mientras tú no te vayas lejos.


Y no quiero que eso ocurra, porque aunque nunca llegue a considerarte tan sólo amiga mía, el que ejerzas de ello me permite seguir disfrutando de ti, aunque no sea como quisiera.


Hoy me iré a dormir con la sensación más clara que de jamás volverás, pero también sé que yo nunca me fui.


Te quiero, Alejandra María.

sábado, 15 de noviembre de 2008

Ya estoy en mi sitio.


Cada vez me van quedando menos esperanzas y menos clavos a los que agarrarme. Poco a poco voy sintiendo que la realidad se abre paso contra mi deseo. Me dijiste que ya no volvería a ser, pero yo no quería creerlo y ahora cada vez resuenan más esas palabras en mi cabeza.

Te estoy perdiendo completamente, aunque en realidad ya te había perdido. Pero no quería creerlo.


Hoy no tengo voz para hablar, y por eso apenas he podido hacerlo. Estabas ahí y yo sólo te miraba, sin saber qué decir, porque lo que quiero decir no puedo.


Pero aquí estoy, para escribirlo, para confirmar que te quiero, que me duele perderte, y que a pesar de todo no puedo dejar de amarte.


Escucho tu voz y recuerdo cuando iba dirigida a mí, cuando me hablabas de amor, de sueños, de fantasías que aunque nunca cumpliéramos nos hacía sonreir, nos hacía felices sólo de pensarlo.


Hoy ya no puedo soñar a tu lado, y en realidad ya no puedo soñar. Lo único que fantaseo es con un reencuentro que no sucederá.


Creía que mi alma se iba calmando, a pesar del dolor, pero no sé el motivo, ahora mismo vuelvo a estar igual que estaba, anegado en la amargura que me provoca la enorme distancia que se ha abierto entre tú y yo.


Creo que nunca nada será igual, y sé que tengo que acostumbrarme a ello, pero no es fácil, y dudo que pueda.


Soy un iluso y por ello me duelen al final tanto las cosas. Supongo que cada uno encuentra su lugar en el mundo antes o después, y mi lugar ya está ocupado.


No dejaré de pensar en ti aunque con ello me parta el corazón una y otra vez, porque ese es mi sitio y ya he llegado a él.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Esperando hasta la eternidad.


Aquí estoy de nuevo, abriendo el torrente de palabras provocado por las horas que paso pensando en ti.

Mientras escucho música, letras de canciones hirientes en un corazón lacerado, mis fantasías viajan al recuerdo de cualquier día perdido en el tiempo, un tiempo que contigo nunca existía, que parecía detenerse cada vez que tus palabras surcaban los caminos de mis sentidos.


Recuerdos perennes que jamás borrará la lluvia de unos ojos ya áridos, agotados de llenar mares de pena con un diluvio de tristeza.


Cuanto he llegado a quererte es algo que sólo yo sé, y aunque quisiera explicarlo en estos pequeños fragmentos de mis fantasías, no describiría la grandeza de lo que en realidad es. No hay palabras ni gestos que puedan descubrir tamaño sentimiento hacia ti.


He sido el que más ha perdido con este adiós al que no me resigno, porque con tu partida lo he perdido todo en realidad. Supongo que por eso me obligo a agarrarme a cualquier señal a la que en seguida me encargo de darle el significado apropiado para animar mis esperanzas, aunque no tenga nada que ver con la realidad, una realidad que no quiero asimilar.


Puede que mi vida se esté perdiendo en una locura irracional por la búsqueda de algo que ya nunca existirá, pero es la única manera de que siga viviendo sin ser un completo autómata sin sentido ni razón.


Perdóname si no dejo de amarte ni de pensar en ti, pero para mí no podrá haber otro amor que no seas tú, y me encargaré de recordármelo cada día de aquí a la eternidad.

La verdad siempre prevalece.


De nuevo vengo a este rincón, en cierto modo a autocompadecerme una ocasión más. Supongo que soy demasiado iluso como para querer aceptar la realidad que se muestra una vez tras otra de manera solemne y lo único que sé es mirar para otro lado evitando encontrarme con esa verdad que no quiero asimilar.

No puedo dejar de pensar en ti, ni tampoco quiero hacerlo. Hablo contigo y tengo que hacer esfuerzos tremendos por no decirte que para mí la vida de verdad empezó contigo y sin ti seguiré soñando, ilusionado con una fantasía irreal que siempre pensaré posible hasta que la locura venza a mi razón o la vida, allá en la distancia temporal, arranque ya con su fin cualquier recuerdo o esperanza.


Sólo amé una vez antes de ti, y fue un amor infantil, o adolescente, aquel primer amor perdido ya en el tiempo, aunque ciertamente guardado en una memoria ermitaña, sólo aventurada a alejarse de su propia caverna cuando apareciste tú.


En mi vida no ha habido amor más verdadero ni intenso que el que tú has hecho nacer en mis entrañas, y hoy tengo que agotar mis fuerzas por hacerte sonreir en un momento complicado para ti y no por esto, sino causas ajenas al sueño que un día vivimos, aguantándome mis ganas y necesidad.


Pero aunque no te sintieras así, tampoco podría decirte nada de esto, sólo disimular, hacer como que todo va bien, y sonreirle a la vida cuando tú estás cerca.


Te quiero, mi pequeña estrella, y no importa cuán lejos estés, ni quizás una futura desconexión completa, porque mi corazón no entiende de otra cosa que no seas tú, hoy, mañana... Siempre.


Descansa, mi más hermoso sueño, aunque ya no pueda ser vigía amante de tus mundos oníricos.


Las cosas se van aclarando para mi desesperación, pero yo seguiré amándote en silencio aún cuando ya no estés.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Confusión.


Esta mañana he vuelto a hablar contigo. De nuevo te he encontrado, acallando mis sentimientos, haciendo esfuerzos por no burlar la vigilancia de mi razón y decir "te quiero, mi pequeña estrella".

Ha sido una conversación breve, muy breve, pero...


¿Me echas de menos? ¿Eso es lo que has dicho? ¿Que añoras tantas cosas bonitas como hemos tenido?


De pronto se ha abierto una puerta a la esperanza. Mi mente más práctica me dice que no me engañe, que no hay puertas, pero yo nunca usé de la practicidad con los sentimientos. Me agarro a cualquier cosa que me de ilusión, cierta dosis de optimismo. Quizás me engaño, pero necesito vivir de esa mentira y creer que es una verdad.


Me echas de menos, has dicho. ¿Me quieres?


Alguna vez te he comentado que tal y como sientes siento, y tal y como piensas pienso. Si también te ocurre a ti, entonces estoy seguro de que aún me amas y dos almas que han sido capaces de crear un mundo tan hermoso para ellas sólas no pueden estar separadas, no por un error como el que cometí.


No sé si habrá un "continuará" en esta historia de amor, pero aunque sea tan doloroso por lo que estoy pasando, rectifico, lo que estamos pasando, ha sido necesario para darme cuenta de ciertas cosas en lo que a mí concierne. No sé si tendré oportunidad de enmendar mis errores, pero sé cual es el camino que no he de seguir si me vuelves a dejar caminar junto a ti.


No sé qué pensar; estoy tan confundido que dudo a quién darle credibilidad, si a la razón o al corazón. ¿Y si necesitas decirme lo que sientes? ¿Por qué no hacerlo? ¿Y si necesitas que deje de amagar con mis sentimientos? ¿Por qué insisto?


Al menos tengo este medio para decirte lo mucho que te quiero, cuánto echo de menos tu presencia, el bien que me hace tenerte como mucho más que una estupenda amiga, porque eso eres para mí. Tú significas algo que supera a la amistad, y eso es el amor.


¿De verdad me echas de menos???


Aisssssssssssssssssssss...


Otro día más sin ti.


Anoche volví a hablar contigo. Quizás hubiera sido mejor no hacerlo. Me sentí como un extraño, y te sentí increiblemente lejana.
Bromeamos, disimulé que todo iba perfecto, que somos buenos amigos. Hoy me duele el alma.

Ahora mismo, mientras escribo estas lineas, se humedecen mis ojos con la amargura. Seamos amigos, me dijiste. Seamos buenos amigos... Es tan doloroso que verte y no desnudar mis sentimientos me va despojando de trocitos de vida.


Anoche me di cuenta de que mantener la esperanza de que tu corazón vuelva a abrirse para mí es hacerme más daño aún, pero no puedo pensar de otro modo. Sé que no va a suceder, que ya no volverás a mí, pero no puedo evitar agarrarme a esa especulación emocional.


Yo te quiero, y necesito que lo sepas. Pero cómo decirle a quien amas, si te ha pedido que ya nunca se lo hagas saber, lo que sientes sin hacerle daño.


Esto me está segando la vida. En realidad te dije que hay otros factores a mi alrededor que me han hecho estos últimos tiempos estar mal, y es cierto, pero esto ha sido lo que más me ha afectado. De repente no existe nada que no seas tú y tu adiós.


Lo mejor sería que desapareciera de tu vida para siempre. Que no volviera a cruzar una palabra contigo, pero no puedo. No puedo porque soy un iluso, y aunque la razón me diga que ya jamás estarás conmigo el corazón no se resigna a estar sin ti.


Te necesito más que el aire que respiro, ese aire que desde que me pediste callar mi amor, me falta.


Te quiero, Alejandra, y no poder decírtelo está acabando conmigo. Has sido la persona más importante en mi vida y de pronto ya no estás en ella. No puedo decirte adiós, pero me duele demasiado estar cerca de ti.


Ya no sé qué hacer para detener esta muerte lenta que me está atrapando.


Qué iluso he sido siempre.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Sigo buscando, mi pequeña estrella.




No puedo dejar de pensar en la felicidad que vivía cuando una palabra tuya se descolgaba por mis sentidos hasta hacerme estallar el corazón en fantasía infinita.


No puedo dejar de decir "te quiero", aunque sea en el silencio de mi soledad, porque tú ya no quieres saberlo.


Sí, mi pequeña estrella; nunca he dejado de amarte a pesar de la distancia, a pesar de esta tristeza que embarga mi corazón.


Quizás mi vida era un sinsentido ordenado porque estabas tú, pero ahora, sin tu presencia emocional, sin tu compañía enamorada, ya no hay orden ni concierto. Todo es caos y espesura.


No me escucharás decirlo, pero no puedes evitar que mi corazón siga sintiendo delirantes emociones con la esperanza inmortal, aunque vana, de que mis brazos te rodeen, que tus labios se empapen de los míos y dejes que mi mirada se ahogue en el fondo de tus ojos.


Echo de menos nuestras bromas, tu sonrisa, las canciones que tantas veces nos llevaron a la luna, esa luna que hoy se alza llena en los cielos, la que tantas veces compartimos con fantasías de adolescentes, una adolescencia que ya nos queda muy lejana, pero de la que nunca saldré del todo.


Sí, Alejandra; te quiero, y te quiero porque tú has hecho de mí un alma enamorada, dependiente del cariño con el que tantas veces me abrigaste en mis momentos bajos sin que tú supieras que lo hacías.


Te echaré de menos, pero jamás dejaré de amarte.

De un iluso enamorado.

Hoy es mi primer día aquí, las primeras palabras.

Necesito sacar todo lo que se va enquistando en mi interior y creo que este anonimato es la vía que mejor me puede servir.



Llevo días ahogándome en mares de amargura y desesperanza, inundado por la tristeza de despertar de un hermoso sueño que creí era una realidad y esa realidad es la que me ha hecho comprobar que sólo era fantasía.



El amor, ese en el que muchos no creen quizás porque nunca lo vivieron o por simple autoprotección es el que a mí me ha hecho pedazos el corazón. El ser al que amo me ha sacado de su vida, sé que con mucho dolor, pero a mí se me ha quebrado el espíritu.



Siempre he vivido entre sueños, carente de la fuerza para habitar la realidad que nos absorbe, pero los sueños pueden destrozarnos cuando la vida nos despierta de ellos.



Hoy es el primer día en el que escribo y no será el último, porque desde aquí seguiré amando a quien no se deja amar ya por mi corazón.



Ella no quiere perder mi amistad, y yo no puedo apartarme de ella porque sería más doloroso aún no poder tenerla cerca. Esa cercanía sé que será una penuria para mí, pero ella nunca sabrá de este lacerante dolor que me está segando la vida.



Hoy es el primer día de no sé cuántos, pero mi amor es para toda la vida y sólo podré amar desde este rincón, así que el primer día de una vida.